PRI, un partido familiar

Martí Batres

OPINIÓN 22/05/2018 12:31 Martí Batres Actualizada 12:31

La presente campaña electoral está marcada por la mentira y los insultos de los candidatos del PRIAN contra el candidato puntero en las encuestas, Andrés Manuel López Obrador. Cada semana hay una nueva mentira y un nuevo infundio que se profiere contra el líder de la contienda. No importa lo absurdo de la mentira, el PRIAN la intenta posicionar en la opinión pública en su afán desesperado por bajar a AMLO.

Una de las mentiras que el PRI ha intentado colocar en la opinión pública es la afirmación de que Morena es un partido familiar. Se trata de una infamia. En cambio, el PRI sí es un partido familiar y esa es una de sus características más viejas.

“El orgullo de mi nepotismo” es una de las frases emblemáticas del ex presidente José López Portillo. Nombró a su hermana al frente de RTC y se desempeñó como directora del Canal 13. Don José también incorporó al gobierno a su primo Guillermo, como director del Instituto Nacional del Deporte. Su hijo, José Ramón, del que se sentía orgulloso, fue parte del gabinete de Miguel de la Madrid, cuyo hijo, Enrique de la Madrid, también ha ostentado diversos cargos públicos.

La práctica de abrir espacios y dotar de privilegios a familiares en el PRI alcanza a todos sus correligionarios; dinosaurios y tecnócratas han cultivado esta práctica.

No hace falta ir muy lejos para ilustrar la visión familiar de los priistas: el actual presidente Enrique Peña Nieto es miembro del grupo Atlacomulco formado por la familia mexiquense de mayor abolengo priista, de tal forma que el presidente es sobrino de Arturo Montiel, ex gobernador del Estado de México y de Alfredo del Mazo, actual gobernador de esa entidad. De este grupo familiar han salido, además de Peña, secretarios de Estado, subsecretarios, titulares de paraestatales y gobernadores, de entre los que destacan Alfredo del Mazo Vélez, Alfredo del Mazo González y Alfredo del Mazo Maza; abuelo, padre y nieto han ejercido el poder en el Estado de México. 

Otro ejemplo del carácter familiar del PRI es su propio candidato presidencial, José Antonio Meade Kuribreña, hijo de Dionisio Meade y García de León, ex funcionario del sector hacendario, diputado por el PRI y subsecretario de Gobernación con Vicente Fox. José Antonio Meade, el candidato presidencial del PRI, inició su carrera en el sector público en la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar) cuando su padre se desempeñaba como legislador. En ese mismo organismo se inició su hermano, Lorenzo.

Carlos Salinas de Gortari, hombre emblema del PRI, tampoco escapa al neportismo. Es hijo de Raúl Salinas Lozano, quien se desempeñó como Secretario de Industria y Comercio en el sexenio de Ruiz Cortinez, senador y ex embajador de México ante la Unión Soviética, entre otros cargos. El hermano de Carlos, Raúl, creció bajo su sombra. Incluso, la familia política de los Salinas ha sacado provecho, pues Hipólito Gerard, cuñado del ex mandatario, se ha hecho de contratos millonarios en la actual administración.

Estos no son los únicos familiares de Salinas colocados en las altas esferas del poder político. Ahí están su sobrina Claudia Ruiz Massieu Salinas, ex secretaria de Turismo y de Relaciones Extreriores de Peña Nieto y actual secretaria general del CEN del PRI, o su concuño, José Antonio González Anaya, ex director del IMSS, ex director de Pemex y actual Secretario de Hacienda.

Habrá quien diga que todos estos personajes llegaron a cargos clave de la política y el gobierno por sus méritos propios. Sin embargo, a juzgar por los probres resultados de los gobiernos del PRI, uno no puede más que dudar de la capacidad de la familia priista.

Por eso, acusar a AMLO de nepotismo es un acto de cinismo que sólo pone en evidencia a quienes hoy ven cada vez más lejana la oportunidad de conservar sus privilegios. El país va a cambiar a pesar de las mañas de la vieja familia tricolor.

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