Primavera en las pirámides

Lydiette Carrión

OPINIÓN 22/03/2017 10:53 Lydiette Carrión Actualizada 10:53

Vaya, ni siquiera pensar en vestirse de blanco. Imagínese que en aquel entonces (esto lo agrego yo) cuántas personas podían costear ropa especial, de blanco inmaculado, para recibir la primavera. No es que no existieran rituales o celebraciones populares, sólo que las pirámides y sitios sagrados eran exclusivos para los sacerdotes.

El arqueólogo puntualiza: recibir los equinoccios y solsticios para cargarse de energía es una costumbre ‘new age’ que no tiene ni 30 años, “donde la gente se aferra a lo que puede como es este misticisimo”.

¿Pero cuántas costumbres, ideas, dioses, santos no tienen en realidad ni 50 años de existencia? Agregue aquí, por supuesto a la Santa Muerte, la santísima muerte, cuyas capillas y veneradores se extienden por todo el país.

El de la Santa Muerte es un culto que, en realidad, no tiene más de 50 años de vida. Otros cultos, como el de San Judas Tadeo, si bien son antiguos, tomaron nueva relevancia en México apenas hace unas décadas y se le ha vinculado con policías y ladrones y entre mucha gente que está en el filo de la ley.

No hace ni 30 años, en México se inventó un nuevo mito: el chupacabras. En Tepoztlán muchos aseguran que ahí aterrizan naves espaciales. ¿Cuánto tiempo llevará esta idea? Pero si revisamos nuestras tradiciones más firmes, encontramos también que hay cosas que no checan. Por ejemplo, en el México prehispánico se celebraba el Día de Muertos en algún momento de marzo o abril. Los europeos movieron la fecha para hacerlo coincidir con el calendario de Todos los Santos… y, bueno, lo mismo ocurrió con el nacimiento de Cristo. Se buscó acercar la Navidad al equinoccio de invierno…

Las palabras del arqueólogo retruenan: “la gente se aferra a lo que puede”. A lo que puede para dar sentido al mundo de afuera, para poder seguir a veces, cuando las cosas se ponen difíciles.

A pesar de que subir a las pirámides, de blanco y con trapos rojos en la cabeza o la cintura, sea una práctica de apenas hace unos años, no deja de ser una búsqueda en nuestras propias raíces. Y algunas personas encuentran que sí se recargan de esperanza. Y es que, al final, el ritual es sólo un recordatorio de lo que queremos para nosotros mismos.

 

Comentarios