‘Javidú’ y la dieta ‘sólo por oink’

LEO AGUSTO

OPINIÓN 21/08/2017 11:31 LEO AGUSTO Actualizada 11:31

Fue la mañana del pasado jueves cuando Javier Duarte, en el papel de cortina espesa de humo favorita del actual gobierno, apareció nuevamente en escena al iniciar una huelga de hambre en el ReNo del la Ciudad de México donde enfrenta proceso por las mínimas acusaciones que le formuló la PGR, en comparación con los legítimos reclamos que le hace el pueblo de Veracruz por un sexenio de terror, mal gobierno, corrupción y desfalco de las arcas públicas. 

La exigencia del ex gobernador de Veracruz es que “se detenga la persecución política y cacería de brujas” de la que dice ser objeto. ¿Tendrá razón ‘Javidú’ cuando se encuentra detenido en San Lázaro el juicio de procedencia en contra de los diputados federales del PRI, Tarek Abdalá y Alberto Silva? Tampoco puede decir que se persigue a su esposa Karime Macías, quien ha sido denunciada por el gobierno de Miguel Ángel Yunes. La consorte mucho menos ha sido molestada con una orden de presentación ante el ministerio público federal. 

A Duarte le gustan los mensajes crípticos, recordemos el casi célebre “Prudencia, paciencia, etc” y los decretos de su presunta cómplice: “Sí merezco abundancia”. Entonces, descifrar los balbuceos de este político en desgracia es casi una invitación obligada. Duarte al escribir “que se detenga la cacería de brujas”, no se refería a quien usted y yo nos estamos imaginando, sino al mismísimo Emilio Lozoya Austin, ex director de Pemex, acusado de recibir 10 millones de dólares para financiar la campaña presidencial del PRI el año 2012 y por un jugoso contrato con la empresa brasileña Odebrecht en la refinería de Tula. 

Pero ‘Javidú’ menciona la palabra “brujas” en plural. Entonces nos falta al menos una personalidad para que el mensaje “de fondo” tenga sentido y coherencia. Así que el siguiente nombre que resulta imprescindible mencionar es el de Gerardo Ruiz Esparza, hundido en su socavón político personal a raíz de la falla estructural de una de las obras insignia de esta administración: El Paso Exprés de Cuernavaca. 

Ambos personajes, Lozoya Austin y Ruiz Esparza deben estar muy agradecidos con Duarte porque la ocurrencia de dieta o huelga de hambre, ya no se sabe, ha convertido el proceso en su contra en un ‘reality show’. Y lamentablemente funcionó en los términos de que se dejó de hablar tanto del tema en los medios de comunicación y en las redes sociales. ‘Javidú’ se convirtió en el ‘influencer’ de moda, el personaje de quien todo mundo se ríe. Arriesgado, apostar por esta estrategia cuando los mexicanos tenemos algunos asuntos importantes de los cuales sí vale la pena estar pendiente, como la renegociación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, donde está en juego buen porcentaje de la economía mexicana, además de la corrupción de cada día. 

Usted disculpará, a estas alturas ‘El Gordo’ considera casi cualquier estrategia política del llamado “nuevo PRI” tan poco convincente, como las bondades de un producto ‘milagro’. 

La idea de Javier Duarte con su huelga de hambre es simplemente ridícula. No sólo por lo risible de su “causa”; por inmoral, no tiene ningún tipo de simpatía popular. También porque desvirtúa otros casos donde la huelga de hambre ha funcionado como un sistema efectivo de presión política. El más emblemático de ellos es el de Mahatma Gandhi, como parte del proceso de independencia en la India, aunque algunos vieron en la “huelga de hambre” como un eufemismo de la dieta que parece necesitar el distinguido huésped del Reclusorio Norte.

La única simpatía que encontró Javier Duarte para su causa fue que lleve su “huelga de hambre” hasta las últimas consecuencias, porque lejos de cesar la ‘cacería de brujas’, lo más seguro es que comience a partir del 1 de diciembre de 2018. Es muy probable, según encuestas y demás herramientas de prospectiva política, que el nuevo titular del Poder Ejecutivo no sea del mismo partido político que lo ha cobijado. Tú dale con tu huelga, ‘Javidú’.

t@LeoAgusto

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