¿Se acerca el fin del mal del siglo?

OPINIÓN 21/04/2015 05:00 Actualizada 05:00

En efecto, en diversos medios circuló la noticia de que en la Unidad de Investigación y Desarrollo del Programa de Terapia Celular, de la Universitat de Barcelona (UB), iniciará en septiembre próximo la fase II de una investigación científica consistente en la aplicación de una determinada sustancia o fármaco en humanos, con el fin de determinar su eficacia en el combate al (retro) virus de la inmunodeficiencia humana o VIH.

Los ensayos clínicos no son otra cosa que experimentos que sirven para evaluar los efectos que en las personas pueda tener una sustancia nueva, y por lo tanto, todavía no autorizada; o bien, el uso de una medicina permitida pero en condiciones distintas. Suelen tener varias fases o pasos, que van desde la información preliminar, pasando por las pruebas en sí, hasta los resultados obtenidos incluso después de la comercialización del medicamento.

Tanto Jordi Alberch, vicerrector de la UB, como Josep Maria Canals, secretario del Departamento de Biología Celular, Inmunología y Neurociencias, de la Facultad de Medicina de esa institución, describieron que la vacuna, que potencialmente se produzca de estos experimentos, será “totalmente personalizada”, ya que se obtiene a partir de las propias células de los pacientes; en especial de los linfocitos CD4, que son los encargados de identificar los agentes patógenos (causantes de enfermedades) que invaden nuestro cuerpo. (http://goo.gl/2Feomu).

La vacuna ya ha sido probada en un grupo de 36 pacientes, con una eficacia de 94%, según lo reportado por Felipe García, consultor en Jefe del Servicio de Infecciones del Hospital Clínic de Barcelona, quien agregó que el restante 6% se debió a que las inyecciones se aplicaron inadecuadamente; es decir, en la epidermis (bajo la piel) y no directamente en los ganglios, que se les considera como uno de los reservorios más importantes del VIH.

Estos hechos tan trascendentes en el combate contra esta enfermedad no hubieran sido posibles sin una sensible política pública en favor del fortalecimiento de la innovación en el sector científico y tecnológico, así como a la excelente vinculación entre la UB y el Clínic; de hecho, la cercanía entre ambas instituciones permite que los pacientes sean inoculados dentro del rango de los 30 minutos necesarios para que la vacuna conserve todo su potencial. La vacuna, sin embargo, no podrá concretarse sino a mediados de 2016, debido a los tiempos propios de todo proceso de investigación científica, pero el anuncio es en sí un motivo de celebración.

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