Posadas sobre ruedas

OPINIÓN 20/12/2013 05:00 Actualizada 05:00

El sábado pasado tuve dos pachangas. La primera estuvo aburrida, pero en la segunda me desquité bailando y cantando. Lo mejor fue cuando varios invitados chulearon a mi Rube , estacionada afuera de la fiesta. Aclaro que, como soy motociclista responsable, me la llevé a puro refresquito. Para divertirse no hace falta alcohol.

De vuelta a casa, la Rube y yo agarramos una avenida que conecta Insurgentes con Revolución, a la altura de Barranca del Muerto. De pronto, un tipo en un auto gris se cambió de carril sin poner direccionales y casi nos avienta a la banqueta. Por suerte la libramos, pero le toqué el claxon como si tuviera el dedo pegado al botón.

El muy “sácale punta” se paró y esperó a que avanzáramos. Bajó el vidrio del copiloto. Ignoro qué me dijo, pero creo que ni él mismo se entendió de lo estúpidamente alcoholizado que iba. Creo que hasta traía en la cabeza uno de los picos de la piñata e iba, si no vomitado, al menos babeado.

Como soy Osa de paz, lo dejé que se arrancara. Metros adelante, tipo película de gánsters, se detuvo amenazante. Yo tomé mi carril y avancé, pero nos tocó un semáforo en rojo. “¡¡¡Diablos!!!”, pensé.

La luz cambió a verde y se arrancó para cerrarnos el paso por segunda vez. Ahí sí ya sentí miedo, por mi mente pasaron imágenes de lo que ese demente podría hacer. Lo peor.

Sin pensarlo, me orillé. A estos especímenes hay que dejarlos que se maten solos. El tipo intentó esperarme otra vez, pero otros autos los presionaron con el claxon y entonces dio el acelerón. Las luces traseras del auto fueron desapareciendo, al tiempo que mi respiración regresaba a su ritmo normal. De regreso, sanas y salvas a casa, pensé en cómo quienes andamos en motocicleta tenemos que cuidarnos de automovilistas irresponsables; de día, de los cafres y neuróticos, y de noche, de los borrachales inconscientes.

Les puede parecer broma, pero en serio, espero que en estos días de posadas y reuniones por fin de año agarren la onda. Neta , si toman no se suban a sus máquinas, más allá de que el alcoholímetro los deje pasar sin revisión, es su vida la que va de por medio.

Y si se encuentran a un espectro enlatado como el que les cuento, mejor ni le busquen, valoren su vida y lleguen con una sonrisa a casa. Puede que por portarse bien, Santa les traiga un casco nuevo o algo así.

PD: Gracias a tod@s l@s que me felicitaron por el primer año de este espacio. Saludos especiales a J. Luis Esquivel, fiel seguidor de nuestras aventuras. ¡¡¡Felices y seguras fiestas!!!

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