El gobernador ausente

OPINIÓN 20/09/2013 05:00 Actualizada 05:00

El ciclón tropical Manuel pegó en costas de Guerrero el 14 de septiembre minutos después de las cuatro de la tarde. Las fuertes lluvias que descargó desbordaron el río Papagayo, en Acapulco, y el Huapaca, en Chilpancingo. Las dos localidades guerrerenses colapsaron por las inundaciones. Lluvias torrenciales y vientos huracanados inhabilitaron el aeropuerto y causaron daños severos a sus vías de comunicación carretera.

¿Dónde estaba el gobernador Ángel Aguirre Rivero? ¿Alguien supo de él la tarde-noche del sábado? ¿Dónde andaba la noche del Grito si la ceremonia había sido cancelada por la emergencia? ¿Por qué dio la cara hasta que el presidente Enrique Peña Nieto llegó a Acapulco, el 16 de septiembre, después de disculparse de no asistir a la cena oficial de la Independencia para atender la contingencia con su gabinete y de encabezar el Desfile Militar?

A nadie puede atribuírsele la responsabilidad de una catástrofe natural, la peor, por cierto, que jamás hayan sufrido Acapulco y el estado de Guerrero. En lo que sí se finca responsabilidad es en la negligencia pública ante tragedias como ésta o en la incapacidad que pone en riesgo a los gobernados, ya sea por omisión o por corrupción. No es el caso, por supuesto, de Peña Nieto, cuyo gobierno ha tenido una respuesta rápida, coordinada y hasta ahora efectiva. Sí lo es el caso del gobernador de Guerrero.

Aguirre Rivero, extraña coincidencia, era el interino en Guerrero cuando el huracán Paulina, de categoría cuatro, embistió a Acapulco el 9 de octubre de 1997 y dejó por lo menos 240 muertos. Los daños fueron cuantificados en 80 mil millones de pesos. Ahora, otra vez al frente del gobierno del estado, asegura que Manuel resultará mas devastador que Paulina”. Falta que se ajuste la cifra de muertes, pero en término de daños se ve que está por arriba, sin tomar en cuenta que este fenómeno afectó ahora a 60% del estado.

La mayor afectación y mortandad ocurrió, como siempre, en las colonias populares ubicadas en la periferia del puerto y en regiones con mayor marginación. En éstas, los deslaves han sido inclementes con quienes pueblan las laderas de los cerros por el abandono y desatención gubernamental. En aquellas, el desprecio gubernamental y la falta de servicios las convierte en zonas altamente vulnerables y riesgosas. Tocó a este reportero informar en la segunda mitad de los 60 sobre la construcción de la colonia Renacimiento, a donde se trasladó a quienes habitaban las laderas del llamado anfiteatro de la bahía.

Se dijo que era para quitarlos de una zona de alto riesgo aunque en realidad fue para fraccionar y autorizar desarrollos turísticos. Los especialistas advertían desde entonces de lo complicado que iba a resultar dotarla de drenaje, lo que derivaría en inundaciones. Y así fue con Paulina y ahora con Manuel.

Pero Rubén Figueroa padre, Alejandro Cervantes Delgado, José Francisco Ruiz Massieu, Rubén Figueroa hijo, Ángel Aguirre como interino, René Juárez Cisneros, Zeferino Torreblanca y nuevamente Aguirre Rivero, siguieron construyendo colonias populares sin servicios y autorizando desarrollos inmobiliarios en zonas de humedales, cuya memoria natural tarde o temprano atrae el agua, más aún cuando llega de manera torrencial.

Además, la falta de operación política y supeditación a millonarios intereses, impidió, por ejemplo, convencer y compensar a ejidatarios que se opusieron hasta su anulación, al proyecto hidroeléctrico La Parota que, entre otras cosas, habría regulado las crecientes del río Papagayo para proteger Acapulco.

Pero la ausencia, la omisión, el desinterés y abandono son las peores responsabilidades políticas y ese es el caso de Ángel Aguirre. Nunca está, nunca se le ve, no gobierna o mal gobierna. Por pedir una entrevista con él, dos jóvenes normalistas de Ayotzinapa fueron asesinados el 12 de diciembre de 2012 en la Autopista del Sol, a la altura de Chilpancingo. Ahora resulta que el ex procurador Alberto López Rosas, principal responsable político de aquellos acontecimientos, es el flamante secretario del Trabajo de su gabinete.

En Guerrero es un secreto a voces que Ángel Aguirre no gobierna. Todo hay que tratarlo con el verdadero poder tras el trono, su hermano Rafael y su sobrino Carlos Mateo. Ellos son los “efectivos”, ellos son los del negocio. Guerrero es una de varias expresiones de gobiernos fallidos en el país y ameritará, en los próximos días, una recomendación —sustentada en una profunda investigación— de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. ([email protected]) (Twitter: @Raul RodríguezC).

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