Marichuy, la única independiente, fuera

LEO AGUSTO

OPINIÓN 19/03/2018 12:29 LEO AGUSTO Actualizada 12:29

Ya van cayendo las últimas piezas de ese rompecabezas llamado boleta presidencial. La aspirante María de Jesús Patricio Martínez, representante del Congreso Nacional Indígena (CNI), no alcanzó un lugar en el exclusivo club de presidenciables donde el Instituto Nacional Electoral se reserva el derecho de admisión. Esto, a pesar del derecho constitucional a ser votado. El INE impuso a quienes aspiraran a un puesto de elección popular contar con un teléfono celular de gama media, a saber qué significa eso en el México rural, donde el perifoneo sigue siendo una vía de comunicación vigente. 

El INE se negó a recibir las firmas de apoyo en los 300 centros distritales en todo el país. Se hubieran gastado menos tiempo y dinero, que validando después las firmas captadas vía la “app”. Se negaron al interpretar la ley según su particular siento, interpretación que ha sido corregida incluso por el Tribunal Electoral, como ya vimos en las restricciones a la libertad de expresión del INE en el caso de los debates en radio y TV que de la manga se sacaron. 

Se requerían 866,593 mil firmas para que Lorenzo Córdova, cadenero de ese antro mexicano llamado democracia, cediera el paso a la fiesta del 1 de julio a la representante de los pueblos originarios de nuestro país. Marichuy y su movimiento recabaron 281,955 firmas, pero con el 94% legítimas. Lejos de la cantidad estipuladas en las reglas del juego electoral. 

El viernes pasado, el INE dio a conocer los detalles de la auditoría que realizó a las firmas presentadas por Jaime Rodríguez, Armando Ríos y Margarita Zavala. Miles de respaldos fueron puestos en duda por anomalías. ‘El Bronco’ y ‘El Jaguar’ quedaron fuera por tramposos. Zavala consiguió los apoyos apenas superando la meta, al estilo “haiga sido como haiga sido”. Es probable que la laxa interpretación de la ley le permita estar en la boleta. 

Sin embargo, son varias las lecciones que nos deja esta experiencia llamada Marichuy. La voz de los del color de la tierra ha perdido la fuerza que tuvo en los años 90, cuando un mestizo, el ‘Sub Marcos’, abanderó la causa zapatista. No hay que perder de vista que ningún aspirante a la Presidencia ha hecho suyas las necesidades de las comunidades indígenas. 

Otra lección es que los ciudadanos no alcanzamos a comprender bien a bien la dinámica de la recolección de firmas para los candidatos independientes. Se trataba de respaldar que su nombre apareciera en la boleta, pero de ninguna manera comprometía al voto. El mensaje de Marichuy resultó aún más críptico para la sociedad votante, concentrada en su mayoría en las zonas urbanas del país. No se trataba de que Marichuy se convirtiera en la primera mujer indígena presidenta de México, se trataba de poner sobre la mesa la agenda de esta minoría que lleva más de 500 años en resistencia. El eterno llamado al cambio desde abajo hacia arriba tendrá que seguir en espera. Pero quien sea el próximo inquilino de Los Pinos tendrá que escuchar a los de abajo, mandar obedeciendo, esto último según palabras de Marichuy, durante su breve campaña de recolección de firmas. 

Bitácora de lo absurdo. No olvidemos la grabación telefónica que se filtró en 2015 en el marco de la elección federal intermedia, donde estaba en juego la renovación de las 500 curules en la Cámara de Diputados. Una llamada donde el consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova Vianello, se burlaba de los indígenas con uno de sus subalternos; presionemos el botón de play a la memoria: “...No voy a mentir, eh. Te lo voy a decir como hablaba es cabrón, un güey que me decía: ‘Yo, jefe gran nación chichimeca, vengo Guanajuato, yo decir aquí: o diputados para nosotros, o yo no permitir tus elecciones...’ No mames cabrón. Yo no sé si sea cierto ese güey hable así, pero vio mucho Llanero Solitario”. Con la negativa del registro a Marichuy, con la absurda burocracia impuesta para el registro como candidata el INE, se vuelve a burlar de los indígenas mexicanos.

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