Reflexión sobre la reforma educativa

OPINIÓN 18/09/2013 05:00 Actualizada 05:00

Circula en las redes sociales un video producido por El Colegio de México en el cual el doctor Manuel Gil Antón, investigador y académico de su Centro de Estudios Sociológicos, argumenta por qué no es una reforma educativa de fondo la propuesta por el gobierno de Peña Nieto con el consenso del Pacto por México, y aprobada por el Congreso.

Parte de un hecho que por lo menos a este reportero le parece inobjetable: la reforma educativa que le urge a México no puede limitarse, como es el caso, a la evaluación de los maestros. Eso es tan sólo una parte y no la más importante por cierto. El debate, entonces, no puede centrarse en si debe evaluarse o no a los maestros. El especialista en Metodología y Teoría de la Ciencia recurre a una metáfora para facilitar la comprensión de un asunto que es a su juicio muchísimo más complejo:

Imagínese usted un autobús destartalado, con hoyos en el techo y llantas lisas cuyo chofer pretende subir por una pendiente de terracería, sinuosa y llena de baches, con un motor que casi ya no tiene potencia y que muestra su cercanía al colapso por la cantidad de humo negro que arroja de su escape.

Para el doctor Gil Antón el chofer representa a los maestros, el autobús destartalado a nuestro sistema educativo y el camino por donde pretende avanzar, la situación general del país.

¿Choferes satisfactoriamente evaluados lograrían que el autobús destartalado remontara la intransitable pendiente? Por cierto que no, como tampoco maestros satisfactoriamente evaluados conseguirían transformar el abollado sistema educativo en un país con 50 millones de pobres y profundamente desigual.

Explica: “Se dice que la solución es capacitar y evaluar a los choferes (maestros), y eso está bien pero para que las cosas funcionen, debería acompañarse de un proyecto para mejorar el autobús (el sistema educativo) y reparar la carretera (condiciones de desigualdad del país)”.

¿Sólo evaluar mejora la educación? No. ¿Dónde quedan los nuevos modelos educativos, dónde los adecuados planes de estudio, dónde el cambio de métodos enciclopédicos en que un buen maestro es el que se sabe todo y responde bien a la evaluación, en lugar de uno que sabe qué hacer con los contenidos pedagógicos; y dónde la pedagogía apoyada en las tecnologías digitales e interactivas, por citar tan sólo algunos aspectos?

Muchos especialistas esperaban que eso estuviera contenido en los cambios a las leyes reglamentarias pero nada. Entonces la llamada reforma educativa se queda, no en la recuperación de la rectoría del Estado en educación —como por ahí se argumenta—, sino en la recuperación del control del magisterio a partir de una relación de trabajo supediatada a la evaluación. Los cambios a la ley regulan ingreso en función de evaluación pero nada dicen de lo que debe ser la carrera docente.

Estamos ante una reforma laboral en materia educativa y es justamente ahí donde se inscribe la protesta magisterial. El Estado había cedido ese control al sindicato (no se lo habían arrebatado) con fines de coacción política hasta que esa fuerza gremial se convirtió en un factor más que contribuyó a destartalar al sistema educativo.

Porque eso fue lo que hicieron caciques sindicales del priísmo como Carlos Jongitud Barrios y Elba Esther Gordillo en el SNTE. Contra ellos surgió la CNTE hace 30 años con reivindicaciones de democracia sindical, hasta convertirse —como dice el antropólogo de izquierda Roger Batra— en una excrecencia del SNTE, dogmática y “sobreideologizada”, con algunas reivindicaciones aceptables y otras francamente anacrónicas.

Quien esto escribe no está de acuerdo con los métodos de lucha de la Coordinadora, como tampoco lo está con la “satanización” ofensiva y racista contra sus integrantes apuntalada por los medios con descarados fines de desprestigio. La CNTE es, a querer o no, una parte de esta crisis en la que al igual que las autoridades y el SNTE tendrán que ceder para alcanzar acuerdos que además se respeten, a partir de la aceptación de que lo que le urge a México es una verdadera reforma de su sistema educativo, no ésta que se nos vende como tal.

Instantánea

EMERGENCIA. Es de aplaudirse la prestancia con que reaccionó el presidente Peña Nieto ante el embate de las tormentas “Manuel” e “Ingrid” que afectan a 18 estados. Incluso se disculpó con los invitados a Palacio Nacional a la cena del “Grito” y se puso a trabajar con su gabinete para atender la emergencia. Al día siguiente, apenas concluido el desfile, viajó a Acapulco y a supervisar las tareas de apoyo a damnificados. Después fue a Chilpancingo. ([email protected]) (Twitter: @Raul RodríguezC).

Comentarios