Una noche en El Torito

OPINIÓN 18/08/2014 05:00 Actualizada 05:00

El alcoholímetro ha logrado reducir en 40% los accidentes de tránsito en la ciudad de México. Se trata sin duda de un programa exitoso que ya cumplió 11 años de vida. Pero una red de corrupción amenaza con dañar su credibilidad y restarle efectividad. Déjeme contarle:

Dos cervezas en Coyoacán la noche del viernes. Buena música, buena plática, mucha diversión con los amigos de la universidad. Unos taquitos para cenar, acompañados de un refresco de manzana.

Es la una de la mañana, regreso a casa. Buena hora para dormir y reponerse de una semana muy pesada.

Tránsito lento en Acoxpa y Miramontes. Es por un módulo del alcoholímetro.

Conos y cilindros de plástico color anaranjado marcan un retén. —¿Ha tomado esta noche? —pregunta amable un policía. —Sí, tres cervezas oficial —es la respuesta. El uniformado observa, se asoma, olfatea. El conductor deja salir un suspiro profundo, acaso para convencerse de que no hay nada de qué alarmarse, sólo fueron dos cervezas. —Siga la línea naranja y pase a “soplar” —es la orden.

Quienes ya están ahí, en el módulo del programa Conduce sin Alcohol, intercambian miradas. —Te toca “soplar”. El aparato intimida. —Otra vez —indica la mujer de bata blanca. ¿No dicen que sólo es un soplido? Sube el líquido del tubo de cristal, como cuando un médico suministra aire al aparato con que te toman la presión. Sube y sube. ¡Qué pasa, carajo! Después baja lentamente y se detiene un poco arriba de la marca de los 0.4 miligramos. —Pase con el juez cívico—. Te interroga, te observa. —Lo vamos a remitir —resuelve. ¡Ya valió! —Déjeme aviso.

Mientras llamas a alguien que acuda a auxiliarte, aparecen por ahí dos o tres “coyotes”. Te ofrecen tramitar un amparo para sacarte del atolladero por lo menos en tres horas. Piden entre dos mil y hasta siete mil pesos. Los policías te recuerdan que, de cualquier manera, tendrás que cumplir la sanción, ahora o días después. De 20 a 36 horas es la detención inconmutable. No tiene ningún caso posponerlo.

El carro será llevado al corralón y tú al Centro de Sanciones Administrativas conocido por todos como “El Torito”, nombre que tomó porque ahí estuvo el rastro de Tacuba hasta 1958, en los límites de las delegaciones Miguel Hidalgo y Azcapotzalco.

Al llegar se escucha un coro de “coyotes” que por aquí o por allá ofrecen el amparo. Ya son casi las tres y media de la mañana y estás adentro. No sabes que “El Torito” tiene una superficie de mil 730 metros cuadrados y capacidad para albergar a 124 personas. Es madrugada de sábado y está repleto, quizás hasta 500 remitidos. Ya no hay lugar en las celdas. Te dejan en los pasillos, con colchonetas, si alcanzas; si no, al suelo.

Dos cervezas no te nublan la conciencia de que, por supuesto, no te llevan a un dormitorio de lujo. Hay un olor fuerte, ácido. Se combinan el humor, el sudor, el aliento alcohólico. Del baño viene un tufo insoportable, una mezcla de vómito con otras secreciones.

Además de los remitidos hay mucho “teporochito” levantado de las calles. También están los muy ebrios, los que andan “a medios chiles” y los fanfarrones. Los hay jóvenes y, entre ellos, los influyentes y los insufribles “mi reyes”. —Ni hablar “papá lord”, ahorita resolvemos. Lo interrumpe un “teporocho”. —¡Óoooorale mi buen, que chingona chamarra ¿cuánto te costó? —Cuatro mil varos, güey. Sí, se ve fina aunque “farolona”.

A las nueve de la mañana te despiertan y te dan un trozo de papel higiénico por si necesitas pasar al baño. Después te sirven el desayuno: unos huevos revueltos con papá y un té que sabe como a humo. Inmediatamente después pasan un video que destaca los logros del “Conduce sin alcohol” y te da una plática un representante de Alcohólicos Anónimos. En eso andas cuando a ti y a otros más, les avisan que ya te vas, que alguien pagó tu amparo y que deberás regresar después a completar la sanción. Sales y te interceptan un par de “coyotes”. —Ya pagué tu amparo, me debes 2 mil pesos. —Pero yo no lo pedí. Estás afuera y ellos mismos te dicen que así opera esto, que incluso los puestos del alcoholímetro deben cumplir una cuota de remitidos por noche para resolver más amparos, trámite que hecho en el lugar indicado es gratuito, pues se trata de un derecho ciudadano. ¿Será que para cumplir las cuotas alteran el alcoholímetro? Al azar, y en evidente colusión con los empleados de “El Torito”, eligen a quién amparar aunque no lo haya pedido. De preferencia escogen a los muy jóvenes y a los muy “crudos”. —Si no nos pagas no te la vas a acabar, tenemos tu dirección y todos tus datos. Entonces empieza la extorsión.

Las autoridades deben impedir que la corrupción acabe con un programa que ha sido benéfico para la comunidad.

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