Turbulencias en el vuelo 2018 con destino a Palacio Nacional, luego del debate entre Carlos Slim y López Obrador. El acuse de recibido por parte del tabasqueño es para tomar en cuenta, pero la manera en que atienda al empresario mexicano más importante, será el rasero para el resto de la clase empresarial. Y ahí, damas y caballeros, el vuelo a Palacio podría desviarse a improvisada pista del rancho La Chingada, allá por la zona de Palenque, Chiapas.

La defensa que hizo el ingeniero Carlos Slim de la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México tiene muchas lecturas, tanto para conocer el estilo de negociar del mandamás de Grupo Carso, como para comprobar el temple de López Obrador. 

Carlos Slim se expresó con un mensaje directo pero respetuoso, se dio tiempo para hacer comentarios y romper así el hielo con los periodistas reunidos para escuchar su respuesta al cómic de propaganda en contra de la obra, publicado la misma mañana del lunes por el candidato de Morena en su página del “feis”. 

El problema no es que el NAIM se vaya a hundir un metro cada año. El problema es el mal manejo hídrico del Valle de México que eventualmente podría colapsar la capital del país. Hay que cuidar los mantos acuíferos para disminuir el hundimiento del valle. Fueron los argumentos iniciales. 

Luego, Slim puso sobre la mesa la construcción de una suerte de nuevo Paseo de la Reforma con universidades, viviendas, hoteles, hospitales públicos y privados. Un desarrollo en la vía que conecte a la ciudad con la nueva terminal, que también beneficie a los residentes de la zona de Texcoco. “Así como le hace “Fonatur”, refirió. 

Después un gesto amable, la evocación del rescate conjunto del Centro Histórico de la Ciudad de México con López como jefe de gobierno y el Acuerdo de Chapultepec, firmado en 2005 con los entonces candidatos a la Presidencia, donde estaba Obrador, pero también Calderón. Ese es el mensaje entre líneas que debe leer el tabasqueño. 

Entre todo el juego de simulaciones que ha destacado en el proceso electoral, como las pre, inter y campañas a secas, los candidatos han perdido un poco el norte, como esta promesa de “cancelar el aeropuerto”, que parece acción de gobierno, como una ilusión óptica de las encuestas.

 La reacción instintiva de López fue que a Slim “lo mandaron” a golpear a su movimiento, “seguramente Peña o Salinas”. Pésima señal. ¿Eso le merece el personaje? Pensé que ya habíamos superado la edad política del “compló”. 

Mientras uno intenta poner una negociación en la mesa, el candidato presidencial no le concede al empresario la suficiente voluntad política, ni inteligencia. “Lo mandaron”, será la respuesta instintiva ante cualquier disentimiento a la visión providencial del país que construiremos bajo el manto presidencial del tabasqueño. 

Y más allá de los sombrerazos, la defensa a la postura de Slim se dio principalmente en el llamado círculo rojo, no tanto así en redes sociales donde no hubo tanto eco, sino que los más recios simpatizantes del candidato de Morena se lanzaron como trolls contra el magnate. Atrás quedaron los años felices en el primer cuadro. Los signos de intolerancia preocupan. 

Periscopio. Carlos Slim negó, al menos dos veces, que buscara la operación del NAIM. Sin embargo, López Obrador ofreció la concesión, “si es tan buen negocio”. Ahí está lo sustancial del intercambio entre ambos personajes. 

Bitácora de lo absurdo. La aeronáutica es uno de los ejes de campaña de “ya sabes quién” para sustentar la austeridad y congruencia de su oferta de gobierno: vender el avión presidencial a Trump; cancelar la construcción del NAIM; vender toda la flota de aviones y helicópteros del gobierno federal comprados desde el sexenio de Felipe Calderón. Y mientras otros candidatos hacen campaña en vuelos comerciales para seguirle el juego de la austeridad, el tabasqueño fue sorprendido bajando de un “aerotaxi” en Sonora. El crítico de este tipo de “dispendios” resultó ser buen viajero frecuente.

t@LeoAgusto