Karen muerta en el asiento trasero

Lydiette Carrión

OPINIÓN 17/08/2017 10:31 Lydiette Carrión Actualizada 10:31

“Señorita, ¿está usted bien?”, pregunta uno de los policías ministeriales. 

Pero la niña no respondió. Probablemente ya estaba muerta en el asiento trasero de la camioneta que ella, junto a Armando (20) y Sergio (19), había robado a punta de pistola unos minutos antes, en Ecatepec.

Karen, de 14 años, robaba con violencia; en su muro de Facebook presumía armas, calaveras y besos. Sus padres dijeron que ella salía a trabajar, pero pensaban que de “forma honrada”.

Por lo general, cuando un menor delinque, cuando viola, mata, la mayoría de la gente expresa una de las dos siguientes posturas: 1) Es culpa de los padres; 2) Es culpa del adolescente.

Pero si uno presta atención, cualquiera de las dos confiere la responsabilidad exclusivamente al individuo: al menor delincuente o a la familia.

En un país con los niveles de violencia y crueldad que padecemos, ¿será que en México hay muchas malas madres y pésimas familias?, ¿será que, por coincidiencia o por genética, nacen muchos hijos de la chingada? ¿O será que en nuestro país se ha propiciado un desmantelamiento progresivo del tejido y la cohesión social, esas cualidades que permiten a los niños crecer con niveles suficientes de felicidad, esperanza y futuro?

Ojo, lo anterior no quiere decir que se exima de la responsabilidad individual. Hay niños criminales, sicópatas de todas las edades, adolescentes de infinita crueldad y que no deben estar en libertad, para la seguridad de todos. Pero en una sociedad sana, estos son escasos. No es el caso de México.

Algo ha pasado en los últimos 10 años en nuestro país. Y para mal. Esta es la imagen que me viene cuando se habla de tejido social: En 2005, dos huracanes asolaron México: el Stan inundó municipios empobrecidos de Veracruz, Oaxaca y Chiapas; y Wilma afectó la península yucateca, en particular Cancún quedó sin energía eléctrica.

En Chiapas y Oaxaca hubo muertos, comunidades enteras quedaron aisladas por días. En cambio, en Cancún el problema fue que se fue la luz y con la ciudad a oscuras, llegaron los saqueadores. Vecinos se armaban y patrullaban sus colonias, como si se tratara de película apocalíptica.

En Chiapas y Oaxaca, las comunidades eran mucho más pobres, pero el tejido social era más sano. Esa herencia de los pueblos originarios. En Cancún, florecieron los delincuentes de ocasión.

GLOSARIO DE SUPERVIVENCIA Tejido social: Es el tejido social lo que nos sostiene a todos. Necesitamos reaprender a bordar.

 

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