La caída del jefe zeta

OPINIÓN 17/07/2013 05:00 Actualizada 05:00

La captura de Miguel Ángel Treviño Morales, El Z-40, jefe máximo de Los Zetas, el más violento y sanguinario de los cárteles mexicanos de la droga, el secuestro y el tráfico de migrantes es, a no dudarlo, uno de los golpes más severo que el Estado ha infligido al narcotráfico durante los últimos años, y un éxito que no debe regatearse al gobierno de Enrique Peña Nieto, más aún si se toma en cuenta que ocurrió sin que se disparara una sola bala, con un cuidadoso trabajo de inteligencia y coordinación, ejes sobre los que, se asegura, descansa una nueva estrategia contra el crimen organizado. Son —dijo ayer mismo el Presidente— “tiros de precisión contra el narcotráfico”.

Los apologistas de los desgobiernos del PAN dirán que Felipe Calderón detuvo al antecesor de El Z-40 y fundador de Los Zetas, Heriberto Lazcano Lazcano, lo cual es cierto aunque con significadas diferencias que no deben olvidarse en el análisis: la captura de El Lazca fue producto de la casualidad, en un operativo cruento, donde murió el narcotraficante, y empañado por el ridículo pues el cadáver fue robado de la funeraria donde era velado, lo que dejó a todos sin la principal evidencia de la muerte del capo.

El caso es que El Z-40, acompañado de su contador Abdón Federico Rodríguez García y de su guardaespaldas Ernesto Reyes García, fue aprehendido a las tres de la mañana con 45 minutos del lunes pasado.

Trabajos de inteligencia de la Marina habían corroborado que el jefe zeta se movía por caminos de terracería entre Coahuila y Tamaulipas, razón por la cual se desplegaron puestos de vigilancia terrestre y aérea, mediante los cuales se le siguió la pista durante cinco meses.

Desde uno de esos puestos fue detectada la camioneta pick up Ford color gris, modelo 2013 Super Duty. Transitaba por un solitario camino, a 27 kilómetros al suroeste de Nuevo Laredo, Tamaulipas, en el tramo que conecta Anáhuac, Nuevo León, y Nuevo Laredo, Tamaulipas.

Un helicóptero artillado Black Hawk de la Armada sobrevoló el vehículo, bajó casi hasta topar con el parabrisas, lo interceptó y detuvo. Lo “pisó”, dicen en la jerga. Infantes de marina, entre tanto, rodearon y detuvieron a las tres personas que viajaban en la camioneta.

Este golpe corta la cabeza a Los Zetas aunque no se puede ser tan ingenuo como para creer que no crecerá otra en esa hidra de mil que son los cárteles de la droga. En este caso es previsible que el liderazgo lo asuma Omar Treviño Villarreal, El Z-42, hermano del capturado, por cuya cabeza el gobierno mexicano ofrece 30 millones de pesos y el de EU 5 millones de dólares.

Los zetas surgieron en 1999, cuando Arturo Guzmán Decena, El Z-1, reclutó a desertores de los Grupos Aeromóviles de Fuerzas Especiales del Ejército que participaban en operaciones contra el cártel del Golfo en Tamaulipas. Un primer grupo se conformó con 40 de esos desertores para ser la guardia de seguridad del capo Osiel Cárdenas. Cuando éste fue extraditado a EU, el cártel del Golfo se dividió en dos células: una encabezada por su hermano Ezequiel Cárdenas Guillén, El Tony Tormentas, y Jorge Eduardo Costilla Sánchez, El Coss (ambos ya detenidos); y el otro liderado por El Lazca y El Z-40. A la muerte de aquél, en octubre pasado, en el municipio de Sabinas, Tamaulipas, Treviño Morales se convirtió en el máximo jefe del violento cártel.

El Z-40 escaló posiciones dentro del grupo delincuencial sin ser parte de los militares desertores de élite que lo fundaron y conformaron. Sin embargo, destacó entre ellos por su violencia y crueldad. A Treviño Morales se le acusa, entre otros muchos delitos, del secuestro y masacre de 255 migrantes en San Fernando, Tamaulipas, en agosto de 2010 y abril de 2011; del ataque al casino Royale de Monterrey, en el que murieron 52 personas el 25 de agosto de 2011; de la matanza de 44 reos y fuga de otros 37 del penal de Apodaca, Nuevo León, en febrero de 2012, y del asesinato de Eduardo Moreira, hijo del ex gobernador de Coahuila Humberto Moreira en octubre pasado.

De su detención, en consecuencia, debemos congratularnos, pero Joaquín El Chapo Guzmán, ¿cuándo?

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