Yo también quiero que me pregunten

OPINIÓN 16/12/2013 05:00 Actualizada 05:00

Pregúnteneme#Art35 (http://bit.ly/JkUTH7) es el primer video que se publica de la campaña por una consulta popular sobre la reforma energética. Fue subido el jueves a Youtube y hasta anoche llevaba más de 400 mil reproducciones. Ya está entre los más vistos. En él, personajes públicos como Julieta Egurrola, Héctor Bonilla, Rebeca Jones, Gael García Bernal, Bárbara Mori, Eugenio Derbez, Edith González y muchos otros reclaman, de pronto con fuerte y desesperado grito, el derecho constitucional consagrado en el artículo 35 a ser consultados sobre un tema de trascendencia nacional.

Ayer, cuando quien esto escribe compartió el video de marras, un tuitero argumentó que sí hay que preguntar pero a los que saben, lo que evidencia la idea equivocada de muchos sobre el tema, a consecuencia de la manipulación del discurso oficial y del eco que, casi sin crítica, hacen de él los grandes medios de comunicación.

Concedámosle al tuitero que el pueblo, en su mayoría, no tenemos conocimientos técnicos sobre la industria petrolera. Lo que sí tenemos es un sentido común que difícilmente se equivoca. Y no se necesita conocimiento técnico para darnos cuenta que la reforma energética transfiere al voraz capital privado nacional e internacional al menos una parte de la propiedad de nuestro petróleo, lo que, por experiencia histórica, sólo beneficiará a esos intereses y no a la gente, como lo asegura la propaganda.

Pero más grave aún, la reforma energética modifica la estructura política y jurídica del Estado mexicano:

Lo achica aún más (triunfo ideológico del PAN y de la tecnocracia priísta iniciada con Carlos Salinas que argumenta que el Estado sólo debe participar de manera subsidiaria en aquellas áreas donde los privados no puedan) y le arrebata herramientas para defender la soberanía, como su facultad de intervención y expropiación en la principal industria del país.

Además otorga más poder al Ejecutivo al facultarlo para entregar las concesiones y licencias sin que el Legislativo pueda citar a comparecer a directivos de empresas como Pemex y la CFE (que dejarán de ser descentralizadas para pasar a ser desconcentradas) y sin que el Judicial pueda fallar sobre litigios que quedarán exclusivamente en manos de tribunales internacionales. Ya se abundará sobre estos temas en próximas entregas, pero baste decir por lo pronto que la reforma energética lleva a un Estado más chico y menos democrático, al que impulsan los resortes de un utilitarismo económico pero que se olvida de su democratización lo que, por lo mismo, lo debilita.

La reforma energética, por si algo faltara, cambia radicalmente la Constitución de 1917 que, es cierto, debe actualizarse conforme a los tiempos, pero no de una manera tal que afecte su razón profunda: la de ser la ley fundamental de la nación pero también el pacto social que nos dimos los mexicanos, después de una violenta revolución, para fundar un Estado, un régimen de gobierno, un ordenamiento democrático y un sistema de justicia en beneficio de todos y no sólo de una clase social. Hoy, con esta reforma, se consolida el poder de una oligarquía dominante y se trastoca la estabilidad.

Quien esto escribe forma parte de una generación a la que se nos enseñó que el Estado social de la Revolución estaba sustentado en tres artículos básicos: el 3, el 27 y el 123. Hoy los tres han sido violentados con las reformas educativa, energética y laboral. Por eso puede afirmarse que el pacto fundador del Estado mexicano agoniza, lo que no puede traer otra cosa más que desequilibrios que nadie sabe en qué van a parar.

Al momento de escribir esta entrega estaba por completarse el aval de al menos 17 Congresos locales para que la reforma energética sea constitucional. El atraco, pues, estaba por concretarse, y entre los recursos pacíficos para evitarlo sólo queda la consulta popular revocatoria a la que apela el video que le referí al principio de estas líneas.

Habrá que promoverla y exigirla con todos los recursos al alcance, pero sin perder de vista que las mentes perversas que planearon este robo a la nación no descuidaron los detalles. Por eso habían hecho modificaciones al artículo 35 constitucional para que sea la Corte la que precise los asuntos de trascendencia que puedan ser sometidos a consulta popular y ahora han congelado en el Congreso la ley reglamentaria.

Pobres de Los Chuchos y su lamentable PRD, ni eso consiguieron. Sólo sirvieron para dar una falsa idea de pluralismo en el Pacto por México. También les congelaron la reforma política para el DF. Los dejaron como novias de pueblo: vestidos y alborotados. Pero parece que bien forrados.

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