Las trampas de Peña Nieto

OPINIÓN 16/08/2013 05:00 Actualizada 05:00

La iniciativa de de reforma energética presentada por Enrique Peña Nieto plantea la privatización prácticamente de toda la cadena productiva energética, tanto del petróleo como de la electricidad. Es una gran traición a la historia y al pueblo de México.

Peña promete que con esta reforma se verían beneficiados los bolsillos de los mexicanos, usa las mismas palabras que Carlos Salinas de Gortari poco antes de la firma del Tratado de Libre Comercio. Salinas mintió y Peña miente también.

Llevamos 30 años de privatizaciones, de reformas estructurales. El discurso pronunciado por Peña Nieto para anunciar su plan privatizador es cínico porque reconoce que en las últimas tres décadas no ha tenido crecimiento nuestro país y no se han visto beneficiadas las familias mexicanas. Lo que no dice es que este perjuicio lo ha tenido México precisamente por la realización de este tipo de reformas como la que él quiere concretar.

La iniciativa pretende cambiar los artículos 27 y 28 de la Constitución con el objetivo de generar los “contratos de utilidad compartida”, que en el nombre nos dicen todo: buscan compartir las ganancias, la enorme renta petrolera que tiene nuestro país.

El sentido de la reforma es abrir la exploración y la producción del petróleo a contratos con grandes compañías, abrir la petroquímica y la refinación a la inversión extranjera directa y, por si no fuera poco, también se pretende realizar una reforma constitucional para entregar totalmente el sector de la generación eléctrica a las grandes compañías privadas.

Al final, en su mensaje sobre el petróleo, Peña Nieto anunció además un nuevo régimen fiscal. Es decir, el aumento al IVA y el ISR para seguir golpeando a las familias de clases populares y de clases medias.

La relación entre el nuevo régimen fiscal que anuncia y los contratos de utilidad compartida es muy lógica. Si se comparte la renta petrolera disminuirán los recursos del gobierno, por lo que el nuevo régimen fiscal buscará compensar esos recursos perdidos con aumentos a los impuestos. En pocas palabras intentan quitarle a la gente lo que quieren entregar a las transnacionales.

Para justificar y ocultar todo eso, Peña Nieto recurre a una burda falsificación de la historia. Es un insulto a la memoria del general Lázaro Cárdenas del Río, es una ofensa a todos los mexicanos y a nuestra historia la mención que se ha hecho buscando deformar, falsificar, el papel del revolucionario michoacano en la historia de los energéticos y del país.

Lo que hace Peña Nieto es ir en el sentido exactamente contrario al del hombre que expropió el petróleo en 1938.

Lázaro Cárdenas recuperó el energético que estaba en manos de compañías extranjeras, y Peña Nieto lo que quiere hacer es devolverlo a las transnacionales mediante los contratos de utilidad compartida.

Cárdenas nacionalizó el petróleo para beneficiar al país, Peña quiere desnacionalizarlo para favorecer a las compañías privadas.

Si la expropiación de Cárdenas mereció el apoyo de la gente, la privatización de Peña no merece más que el repudio.

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