La gasolina no bajará, lo admite el PRIAN

OPINIÓN 16/05/2014 05:00 Actualizada 05:00

Quieren engañar a la gente de manera descarada. Para convencerla de que la privatización del petróleo es benéfica para todos se ha emprendido una campaña de ilusiones falsas. Sin embargo, el gobierno no ha podido persuadir a la opinión pública.

Al contrario, cada día que pasa se suman voces críticas contra el proyecto de Peña Nieto y sus socios del Pacto por México. Poco a poco han tenido que aceptar que mienten, que la reforma energética no es la panacea que dicen los comerciales de televisión, que las arengas de los locutores de los noticiarios no son tan ciertas.

En estos meses lo único que queda claro es que la voz del gobierno es la más escuchada pero también es la menos influyente. Han logrado un acuerdo con las élites políticas pero no han podido convencer a la gente.

Los privatizadores están contra las cuerdas y han tenido que aceptar que no, que las gasolinas, el gas y la luz no bajarán sus tarifas con la privatización. Son ejemplares las declaraciones del flamante presidente de la Comisión de Energía del Senado, el priísta David Penchyna, quien aceptó que “los precios de las gasolinas no disminuirán al ponerse en marcha la reforma energética” (La Jornada 14/05/14).

Hace unos meses decían que los efectos positivos de la privatización se sentirían de inmediato, ahora Penchyna dice que será después de 10 años y mañana harán como que nunca prometieron nada.

Aunque tratando de ocultar la verdad, Penchyna acepta que la ruta de la privatización comprende la aplicación de gasolinazos hasta el 2019 y a partir del 2020 la liberación del precio de los energéticos de acuerdo a las condiciones del mercado.

Lo anterior significa que en los próximos cinco años el precio de la gasolina incrementará de manera sostenida aunque controlada y después subirá de manera libre y sin control.

Este es un escenario trágico para el país. Todos los productos se transportan con gasolina o sus derivados, las fábricas producen con electricidad o hidrocarburos, el transporte de pasajeros se mueve con gasolina, diésel o electricidad... La estabilidad de la economía de las familias se basa en el precio de estos productos que Penchyna admite que seguirán subiendo si se concreta la privatización.

Las declaraciones de Penchyna son una perla del cinismo pero también son la mejor prueba de que la apuesta del gobierno de Peña Nieto ya no es engañar a la gente, sino imponer la privatización con la fuerza del acuerdo entre las élites políticas en el Senado y la Cámara de Diputados.

Por eso, la mayor pesadilla de Peña Nieto y sus socios es que se lleve a cabo la consulta sobre la reforma energética que promueven los ciudadanos.Saben que si nos preguntan a todos la respuesta que obtendrán será un rotundo ¡NO!.

Y más aún, la consulta representa la posibilidad de que la ciudadanía castigue a Peña y al Pacto por México. Firmar en apoyo a la realización de la consulta es también decir que no aceptamos los aumentos de precios, que estamos hartos de la violencia, de la superficialidad, de la falta de empleo, de los salarios miserables y de que nos quieran ver la cara un día sí y otro también. Firmar o recabar firmas para la consulta es una obligación ética, pero también es la forma de ajustarles las cuentas a los políticos tradicionales. ¡A firmar!

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