El sábado 13 de febrero, después de la reunión con el presidente Peña y su gabinete, Francisco salió de Palacio Nacional con destino a la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, originalmente se anunció que la reunión con los obispos mexicanos sería a puerta cerrada. Pero en un cambio de última hora se permitió el ingreso de las cámaras de televisión. Antes de pronunciar su histórico y duro discurso, el Papa oró en silencio ante el altar de Nuestra Señora del Perdón, joya del arte sacro del México colonial, quizá el perdón como un símbolo de lo que vendría después; un duro regaño a los obispos mexicanos. Como dijera una colega periodista, “Francisco pasó de House of Cards (Palacio Nacional) a Game of Thrones (Catedral)”. 

El Papa comenzó cuestionando a los pastores de la Iglesia católica mexicana: “¿acaso se ha diluido, se ha olvidado la necesidad de regazo que anhela el corazón del pueblo que se les ha confiado a ustedes?”. Y es que algunos clérigos han caído en excesos de corrupción, influyentismo y abusos condenables como la pederastia. 

El regaño del Papa era necesario, este espacio resulta insuficiente para la cantidad de citas que dedicó a los pastores que han perdido al rebaño: “¡Ay de ustedes si se duermen en los laureles! (...) los invito a cansarse sin miedo en la tarea de evangelizar”, dijo Francisco a su audiencia del Episcopado mexicano que por momentos cabeceaba en sus asientos. El porcentaje de creyentes de la religión católica ha caído del 98% en 1950 al 82% en 2010, según datos del censo de población del Inegi. Por ello, la visita a Chiapas el día de ayer, donde los católicos son minoría frente a otras religiones. 

En su discurso, Francisco utilizó muchísimas citas de los libros del Evangelio y llamó a las diócesis a defender a los migrantes, a los jóvenes, a los indígenas. A no tenerle miedo a la transparencia. Y después el Papa abordó el tema de la división interna de la grey católica; “los exhorto a conservar la comunión y la unidad entre ustedes. Esto es esencial, hermanos”. Pero no parecía suficiente, Bergoglio tuvo que salirse del guión para hablar claro: “Esto no está en el texto pero me sale ahora: si tienen que pelearse, peléense, si tienen que decirse cosas, se las digan, pero como hombres, en la cara y como hombres de Dios, que después van a rezar juntos, a discernir juntos y si se pasaron de la raya, a pedirse perdón, pero mantengan la unidad del cuerpo episcopal”. Más claro ni el agua bendita; por aquello de las dudas recalcó: “No se necesitan ‘príncipes’, sino una comunidad de testigos del Señor”.

¿Existe diferencia sustancial entre las palabras de Francisco y la defensa del templo narrado en la Biblia (Juan 2, 13-25)? En el discurso, el Papa expulsó a mercaderes y cambistas de la fe católica. 

Periscopio. El ‘New York Times’, presentó el miércoles de ceniza su edición digital en español para América Latina. El CEO del diario estadounidense, Mark Thompson (con la cruz de ceniza en la frente como señal de empatía, quizá) realizó una pertinente aclaración: “ninguno de nuestros inversionistas tiene poder en las decisiones del NYT”, en relación con el devastador editorial contra el gobierno de Enrique Peña Nieto de hace unas semanas y la participación accionaria del magnate Carlos Slim.

En el radar. En su edición de octubre, la revista ‘Quién’ (p. 222) publicó la carta astral de Kate del Castillo. Llama la atención la siguiente cita: “Desde el próximo diciembre su vida cambiará radicalmente”, el veterano periodista coahuilense Francisco Juaristi publicó una nota en redes sociales donde se pregunta si fue un mensaje para la actriz previo a la captura de ‘El Chapo’ o un mero acto de clarividencia por parte del autor de dicha carta.

Bitácora de lo absurdo. Pésima logística del Gobierno de la Ciudad de México el día de ayer con motivo de la ruta del papa Francisco al Aeropuerto de la Ciudad de México, con la seguridad como justificación de la falta de pericia para realizar cortes viales. Los cierres de calles se realizaron desde las 2:00 am, cuando la salida del Papa fue a las 7:00 am causando caos vial.