Ante el fracaso de las encuestas como método para anticipar las tendencias electorales, algunos personajes comienzan a valorar una arista de los estudios poco valorada anteriormente, los llamados “positivos”. Es decir, en elecciones previas se consideraba determinante para la elección del candidato quien tuviera el porcentaje más alto de conocimiento entre la población. Es decir, quien fuera más famoso, por así decirlo. Y ahí están los casos de éxito electoral y fracaso en el cargo; Cuauhtémoc Blanco, Carmen Salinas, del PRI; Bruno Bichir, de Morena, y tantos. Como el caso del PT, que busca alejarse del infierno del descenso electoral, perder el registro, y amaga con lanzar al cantante Armando Manzanero como candidato. Esperemos que la estrategia no sea para captar el voto ‘millenial’, que será la mayoría que comience a definir las elecciones. 

Ahora, un sector de políticos de carrera que aspiran a una candidatura comienza a pugnar por aceptar como válidos los datos de reconocimiento favorable que lanzan las encuestas y su ponderación con los llamados “negativos”, donde los calificativos sobran y más en estos momentos donde el país es un ardiente comal que se enfrenta a serios “retos”, como el aumento en cascada de los precios (algunos muy delicados como el precio de la tortilla que se disparó en los últimos días entre 13 y 18 pesos por kilo).

Ivonne Ortega, del PRI, sabe de lo difícil que es ser priista en tiempos de crisis, pero también se ha dado cuenta del valor de los positivos y ha comenzado un recorrido por el país que inició en Tijuana, Baja California, realizando trabajo comunitario. El jueves pasado, la ex gobernadora de Yucatán pisó tierra en Tlalpan y, junto con el líder local Alex Estrada, recorrió la demarcación gobernada por Morena.

Parece una buena estrategia de control de daños que muchos en su partido deberían replicar, si es que el capital político les da para salir a la calle sin ser vilipendiados. 

Periscopio. El INE renunció a los poco más de mil millones que costaría la construcción faraónica con la que el consejero gran jefe de la nación chichimeca, Lorenzo Córdova, quería dejar constancia de su paso por la institución. A pesar del dispendio y la vida de becados que se dan los consejeros, hubo algunos despistados que aplaudieron la decisión. Como si no fuera cosa de sentido común, incluso antes de que iniciara el ‘gasolinazo’. 

En el radar. Este fin de semana, fue liberado en Durango el activista Hiram Soto, luego de ser detenido de manera arbitraria durante el desalojo de un ‘plantón’ en la planta estatal de abastecimiento de Pemex, como protesta contra el ‘gasolinazo’. Tras permanecer una semana en prisión, finalmente la empresa ‘ex gallina de los huevos de oro’ se desistió de la petición de 61.5 millones de pesos como reparación del daño, monto desorbitado. La presión, principalmente en redes sociales, de mucha gente y organizaciones de la sociedad civil, como Cencos, ayudó en buena medida a frenar una injusticia a todas luces. 

Bitácora de lo absurdo. Circuló en redes sociales una fotografía donde se aprecia a Margarita Zavala compartiendo mesa con el nayarita Guadalupe Acosta Naranjo, hermano ‘galileo’ de la ‘tribu’ perredista que se autodefine como ‘pensante’.

Respecto al encuentro en la mesa número —vaya coincidencia— 43 de conocido restaurante, en conocido hotel de Paseo de la Reforma en la Ciudad de México, Acosta Naranjo publicó ayer una foto con su familia, justamente en Nayarit con el fin de desmentir que el encuentro fue el sábado, como acusó el marcelista Agustín Guerrero, promotor de la viralización —valga el terminajo— de la fotografía. 

Pero Acosta Naranjo no pudo desmentir el encuentro, independientemente del momento en que se dio, ¿de qué habrán platicado ambos personajes tan distantes en la ideología, pero cercanos en la foto? Los teóricos del culto a la personalidad de López Obrador, como Agustín Guerrero, acusan que se reunieron para conspirar contra AMLO. Voy, que sea menos.

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