¿Quién pompó?

OPINIÓN 15/11/2013 05:00 Actualizada 05:00

Si lo que recomiendo no está bueno, invíteme a comer
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Dicen que cuando era joven, Ernesto Mendoza se parecía a Chico Ché, con lentes, bigotito y overol incluidos. Por eso cuando puso su negocio de quesadillas, era más que obvio cómo se iba a llamar, y de eso hace ya 28 años.

Fue 15 días antes del terremoto de 1985, en la calle de Aguascalientes, frente a la desaparecida farmacia Pasteur, aunque luego tuvo que mudarse.

Al inicio eran quesadillas al comal, pero fue precisamente uno de los trabajadores de la farmacia quien le pasó la receta para preparar masa y hacerlas fritas.

Aprendió tan bien que las hizo su especialidad y gracias a eso, ahora uno puede disfrutar de una quesadilla frita de carne de cerdo con rajas y queso Oaxaca, bañada con salsa de chile cuaresmeño asado y martajado que pica lo justo para que se pueda saborear.

A pesar de ser fritas, no se sienten grasosas por lo que invitan a comerse una más o tal vez dos, o tres o por qué no 22, como aquel tampiqueño que llegó una noche de 1990 y se las zampó de dos en dos, todas de chicharrón y con mucha salsa y aunque no ha repetido la hazaña, es buen cliente.

Ernesto también recuerda aquella pareja de recién casados que pararon la limusina frente al puesto para comerse, cada uno, una de carne con queso, una de pollo con queso y una de picadillo.

Y es que con todo el argüende de la misa no habían comido nada y faltaba un buen rato para la cena.

Además, junto con su hijo Miguel Mendoza, ofrece antojitos para mitigar el hambre repentina, como tostadas de pata, pollo, carne, picadillo y tinga; pambazos, gorditas de chicharrón y de guisados.

Así que ya sabe, si viene con prisa y con hambre o antojo y va de paso por el metro Chilpancingo haga una escala técnica para “llenar el tanque” con Chico Ché.

Cómo llegar: Puesto ambulante en la esquina norte de las calles Tlaxcala e Insurgentes, colonia Roma Sur. Horario: L a S de 10 a 12:30 am.

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