Mario Delgado, entre el olvido y la desmemoria selectiva

LEO AGUSTO

OPINIÓN 15/08/2017 12:08 LEO AGUSTO Actualizada 12:08

El senador MARIO DELGADO, al ver el cercano fin de los privilegios y el fuero que le da su escaño, desde hace un par de semanas anda preocupado por el declive de la Ciudad de México y su gobierno. Se le ve en cómodas entrevistas donde evoca la “isla” que fue la capital en tiempos de su capo y mentor político Marcelo Ebrard, por el fin del cuento de hadas, representado emblemáticamente con la incursión de la Marina en territorio controlado por el cartel de Tláhuac. Delgado recuerda a la CDMX como la tierra franca en tiempos de la guerra contra el crimen organizado. 

El senador olvida que gracias a esa gestión de la que fue parte, la línea 12 del Metro resultó un desastre. El cierre parcial afectó a cientos de miles de usuarios de manera cotidiana. Y a otro, Marcelo, lo obligó a abandonar el país para evadir que la justicia lo llamara a cuentas. 

Mario Delgado olvida los millones que inyectó Ebrard a su fallida precandidatura con programas sociales, rifas de televisiones de plasma y becas a estudiantes. Todo incluido en los oscuros fondos del programa Red Ángel. Y ni así ganó la encuesta. 

Valga la siguiente anécdota para pintar de un pincelazo la popularidad de Delgado. La noche del 13 de diciembre de 2015, ‘El Gordo’ fue convidado a la final entre Pumas y Tigres en el Olímpico México 68. Al salir, Mario Delgado estuvo parado más 10 minutos en la esquina de Insurgentes y Eje 10, quizá esperando a su chofer. Nadie le reconoció, salvo ‘El Gordo’ que lo saludó y Delgado sonrío como si hubiera ganado la candidatura. Otro desconocido aquella noche fue David Razú, otro perdedor en la política. 

En el radar. Comenzó la guerra sucia que advertía López Obrador. Sucedió ayer en redes sociales: La delegada en Tlalpan, Claudia Sheinbaum, recibió el ataque de miles de cuentas falsas, también conocidas como “bots”, con dos mensajes: “Sheinbaum NO” y #EnTlalpanRoban. Lo curioso es que muchas de esas cuentas promovían el mensaje: #MonrealEsMorena. Lo anterior fue reportado por el colectivo loquesigue.tv, especializado en tecnología y sociedad. 

Andrés Manuel parece no tener control de las formas ni de los tiempos al interior de su partido. Quienes conocen a Ricardo Monreal saben que, como buen parlamentario, gusta del juego sucio, las intrigas y las patadas debajo de la mesa, si eso ayuda a perpetuarse en el poder. 

Bitácora de lo absurdo. En busca del aplauso fácil durante su fiesta de cumpleaños, Guadalupe Loaeza apuñaló una piñata de Donald Trump al tiempo que le propinaba cualquier cantidad de mentadas de madre. Después, quien fuera candidata perredista a diputada federal por uno de los distritos de la delegación Miguel Hidalgo en 2009, lo compartió en redes sociales con reacciones contrarias a las que habría esperado con su trasnochado patriotismo. 

No es promoviendo la violencia que los mexicanos encontraremos vías de diálogo con nuestros vecinos del norte, que no se reducen a la figura de Donald Trump. Sobra decir que el supuesto de apuñalar a la piñata no se contempla en esta tradición mexicana que data desde el siglo XVI. Muy mal, doña Guadalupe. Muy mal.

El derroche de intolerancia es similar al mostrado por otro ‘Chucho’, recordar que Guadalupe Loaeza fue candidata a diputada por invitación de Jesús Ortega, ese prócer y perro mayor de su manada amarilla. Fue en diciembre de 2016, durante la posada organizada por la bancada de PRD en el Senado. Entonces perredista, entonces “chucho”; Miguel Barbosa pidió, ante el beneplácito de sus pares, un saludo a Donald Trump. La respuesta de asesores, colaboradores y achichincles del poblano fue un silbido que por estas tierras identificamos como mentada de madre. También hubo video en redes sociales y también fue considerado por el “tuiterio” como una acción irresponsable y grave, dada el rol que tiene la Cámara Alta en materia de política exterior. 

Twitter: @LeoAgusto

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