Recuperar el equilibrio

Martí Batres

OPINIÓN 15/05/2018 11:38 Martí Batres Actualizada 11:38

Las crisis recurrentes son el signo del neoliberalismo mexicano. El país, desde el sexenio de Miguel de la Madrid las padece y es cada vez más evidente la brecha de económica en la población. La pobreza, la exclusión social y la violencia que vivimos hacen indispensable la búsqueda de nuevos equilibrios para construir el futuro de México. 

La convocatoria a la reconciliación nacional lanzada por Andrés Manuel López Obrador es la única propuesta que en la campaña presidencial actual atiende a esta necesidad. 

No se trata sólo de dar una respuesta formal al tema económico. La crisis es sobre todo social. Un país no se recupera de un escenario de violencia, en el que han ocurrido 200 mil ejecuciones, con la simple aplicación de medidas económicas. 

La violencia es la principal traba para la viabilidad del país. De no detenerse, este fenómeno estancará aun más nuestra economía. En las condiciones globales actuales, no hace falta mucha teoría para entender que el mercado crecerá, si tiene un mínimo de estabilidad social. La economía requiere que se garantice la seguridad de las inversiones y que se genere el clima de paz necesario para que los más amplios sectores sociales vean en el trabajo honrado la vía para el bienestar. 

El neoliberalismo aplicado en el país tiene como máxima el “sálvese quien pueda”. Se ha orillado a miles de mexicanos a encontrar su única opción de supervivencia en las filas ilícitas del crimen organizado. Hay medio millón de mexicanos empleados por el narco. Este dato duele, pero no sorprende en un contexto donde entre el 3.4% y el 3.5% de la población del país se encuentra en el desempleo. 

Durante 40 años de neoliberalismo se ha destrozado la economía, pero también han quedado en entredicho valores como el trabajo y el esfuerzo sobre los que estaba sostenida la sociedad mexicana. El relato nacional era sencillo: mediante el trabajo y el esfuerzo cada persona podría acceder a todos los satisfactores e, incluso, ascender en la escala social. 

Hoy, el trabajo es escaso y pese al esfuerzo, para la mayoría de los mexicanos el fruto de la labor honrada no alcanza para subsistir. Las personas que cuentan con estudios superiores y de posgrado se enfrentan a un escenario desolador, pues sus expectativas de ingreso están muy por debajo de sus capacidades. La productividad de los trabajadores no se refleja en sus bolsillos y el trabajo alcanza para muy poco. 

De seguir así, el futuro del país será la desigualdad inherente al fracaso de la economía y la falta de crecimiento. No sirve el esquema de una nación maquiladora donde las expectativas son escasas y donde la escalada de violencia dificulta que se capten inversiones. 

Por eso, el país necesitan un gobierno que busque recuperar el equilibrio económico pero también social, donde desde los más ricos hasta los más pobres tengan bienestar y oportunidades. 

López Obrador es el único que representa la posibilidad de encontrar este balance. Por ejemplo, su propuesta para insertar a los jóvenes en la vida productiva es estratégica. No sólo se trata de dar un apoyo mensual a cada joven. Es la posibilidad de integrarlos a las empresas, que aprendan un oficio, que produzcan riqueza, que forjen su futuro con el esfuerzo de las instituciones públicas, pero también con la acogida de las empresas. 

La consigna “becarios sí, sicarios no”, que AMLO repite en sus actos de campaña, resume muy bien el planteamiento del candidato presidencial. Tiene que ver con la recuperación de las obligaciones del Estado para con la sociedad pero también con la necesidad de paz de todos los sectores. 

En contraste, sus adversarios ofertan más de lo mismo. Pretenden que los mexicanos crean que con las mismas recetas de los últimos 40 años, ahora sí, el resultado será distinto y el país saldrá adelante. Lo que no dicen es que esas recetas están cuestionadas incluso por organismos internacionales. Más allá de dogmatismos, lo que se debe poner por delante es la viabilidad del país y el bienestar de la población. Seguir igual sería un suicidio. 

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