El papa Francisco

OPINIÓN 15/03/2013 04:00 Actualizada 18:08

¿Qué mensajes envía la Iglesia católica con la asunción como papa del cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires hasta el miércoles pasado?

1. Que por lo que se empieza a conocer del nuevo Papa, la encabezará una personalidad que se comunica con fluidez y cuyo carisma se sustenta en su sencillez: vuela en clase turista, se mueve en Metro y autobús, y ya como Pontífice, rechaza el vehículo de jefe de Estado, viaja en cualquier otro y paga cuentas del hotel romano que lo hospedó antes de ser ungido. Sencillez mediáticamente llevada a la humildad, como contrapeso del fasto mostrado por el Vaticano en los ritos del cónclave. Humildad que el Pontífice retoma de su ejemplo más virtuoso en el catolicismo, al adoptar el nombre de Francisco, en memoria del santo de Asís que con votos de estricta pobreza observó el Evangelio y abofeteó la frívola y corrupta riqueza de la autoridad eclesial de la Edad Media.

2. Que su pastor viene hoy de la región del mundo, América Latina, con más católicos, casi la mitad de los mil 196 millones de bautizados en esa fe. Más aún: viene de los confines de esa región, de Argentina. Sugiere este mensaje que 520 años después de la evangelización de América, ésta va ahora en sentido contrario, es decir, ha iniciado la reevangelización de Europa y el resto del mundo.

3. Que el Santo Padre es, por primera vez en la historia, un jesuita, un soldado de Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, que ahora, como en aquellos tiempos de la contrarreforma que confrontó a Roma con Lutero y el protestantismo, viene a recuperar el terreno perdido por la Santa Iglesia católica, apostólica y romana, ahora frente al embate de la pederastia y la corrupción. Un jesuita que, fiel a la historia de su congregación, representa la intelectualidad de la fe y la permanente búsqueda de la renovación y la perfección.

Esos son tres mensajes posibles a los que hay que enfrentar una pregunta: ¿tendrá el papa Francisco los arrestos necesarios para hacer realidad esos mensajes de humildad, renovación y reconquista?¿tendrá el capital físico y espiritual para enfrentar y resolver los grandes problemas de la Iglesia católica?

El ahora papa emérito Joseph Ratzinger argumentó, al abdicar a los 86 años, que ya no tenía la fuerza necesaria para guiar el arca de san Pedro. Ocho años duró el pontificado en el que se le ungió ya mayor, a los 78 años. Al argentino Bergoglio se le eligió Papa a los 76 años, apenas dos menos que los que tenía Benedicto XVI al iniciar su papado. Luego entonces, el colegio cardenalicio eligió otra vez a un hombre viejo, lo que sugiere otro pontificado corto, de transición. Ésto, a su vez, podría significar que los príncipes de la Iglesia no le apostaron al largo plazo, probablemente porque no alcanzaron a superar divisiones y rupturas. Vamos, postergaron la solución a sus conflictos. Acaso poco pueda hacerse sin la unidad requerida para hacerlo.

Que sea latinoamericano no necesariamente lo vincula a los hombres que han conformado la Iglesia católica de avanzada, la del cambio, la abiertamente vinculada a los pobres, la de la opción preferencial asumida en el Concilio Vaticano II, la de la vilipendiada Teología de la Liberación. Por la información disponible, Bergoglio es ideológicamente ultraconservador: tradicional en la doctrina aunque sensible en lo social. Hay datos, además, de vínculos con la dictadura militar argentina del golpista Jorge Rafael Videla, con aquel gobierno de facto del periodo 1976-1981, cuando el hoy Papa era provincial de los jesuitas en Argentina y fue acusado por algunos sacerdotes de haberlos entregado a los militares. Ésto, cierto o no, dará todavía mucho más de qué hablar.

Un Papa, pues, de claroscuros, propios, al fin y al cabo, de la condición humana. ¿Podrá ese hombre rectificar el camino de la Iglesia católica y resolver sus agobiantes problemas?

Instantánea

DISCULPAS. El gobierno de México acabó por aceptar que fuerzas de seguridad del estado de México incurrieron en abusos y violaciones a los derechos humanos durante los disturbios del 3 y 4 de mayo de 2006 en San Salvador Atenco. Tras la aceptación ofreció una disculpa pública a través de la subsecretaria de Gobernación, Lía Limón, quien compareció en Washington ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. A aquellos hechos fue a los que se refirió Enrique Peña Nieto al participar como candidato presidencial en la Ibero el 11 de mayo del año pasado. Dijo entonces: “Fue una acción determinada, que asumo personalmente, para restablecer el orden y la paz en el legítimo derecho que tiene el Estado mexicano de hacer uso de la fuerza pública como, además debo decirlo, fue validado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación”. Y después nació el #YoSoy132.

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