Gentrificación

Lydiette Carrión

OPINIÓN 14/12/2016 09:52 Lydiette Carrión Actualizada 09:52

A la ciudad se le embellecen algunos de sus barrios. No todos. Autoridades e inversionistas se fijan como meta “rescatar” una determinada colonia, “darle nueva vida”, dicen. 

Se hace obra pública: se reparan parques, aceras. Se moderniza mobiliario urbano: luminarias elegantes. De pronto, surgen, como hongos después de la lluvia, lindas cafeterías, negocios modernos, librerías. Llegan los nuevos proyectos inmobiliarios; los viejos edificios se ven reemplazados por modernos condominios, de lujo.

Aquellas familias que llevaban 30, 40 años viviendo en la misma calle de pronto ya no reconocen a sus vecinos; éstos ahora son más jóvenes, con mayores ingresos. Las viejas tiendas desaparecen, ya no hay recaudería o abarrotes. En su lugar hay expendios con 200 marcas de cerveza de todos los lugares del mundo; o un café en el que se sirven bebidas por 40 pesos, eso sí, todo es orgánico, artesanal. El gimnasio del barrio, aquel que tenía 30 años en la misma calle, y que todas las noches estaba a reventar de vecinos sudando en las bicicletas fijas, de pronto ha cerrado. ¿Por qué?, si siempre estaba lleno. Siempre, hasta el último día que abrió. La respuesta: ya no pudieron pagar la renta. Ahora hay una extraña tienda, que se ve “exclusiva”: venden sábanas de lino, blancos y cosas “de diseñador”. Los precios son inaccesibles para esa familia añeja de la colonia. Tan inaccesible como se ha vuelto el predial, los servicios, la renta misma.

Esa familia, que llevaba 20, 30 años en el mismo lugar, de pronto ya no puede vivir ahí. La colonia está más bonita que nunca, pero al mismo tiempo es extraña, ajena. Ni los mismos vecinos, ni las cosas. Y sobre todo: no se puede pagar. Es el momento de irse a otro lugar, pero resulta que en la ciudad ya no hay una opción como la que dejan. No es posible pagar una renta accesible en un barrio céntrico y seguro.

Las opciones son ciudades dormitorio, las colonias más bravas y marginales o un departamento de 40 metros cuadrados, para la pareja, los hijos, la abuela… Esto se llama gentrificación. Y prevenir esto era uno de los objetivos de lo que se llamó como “plusvalía” en uno de los párrafos propuestos para la nueva Constitución. Sí, estaba mal redactado. Se prestaba a confusiones y se debía reescribir, valorar. Sin embargo, los verdaderos afectados no eran los pequeños propietarios, eran las inmobiliarias y los funcionarios que suelen especular con éstas debajo de la mesa.

 

 

Comentarios