Cerebro de quesadilla

OPINIÓN 14/04/2015 05:00 Actualizada 05:00

Seguramente vienen a nuestra memoria escenas de películas como Lucy o Phenomenon. En la primera, el profesor (¿en qué? nunca supimos) Samuel Norman, personaje que encarna Morgan Freeman, dicta una conferencia magistral con este tema y apantalla al auditorio al preguntar: “¿De qué sería capaz el ser humano si usara el 100% de su capacidad cerebral?”.

Mientras, en la segunda película, el actor y bailarín de Fiebre de Sábado por la Noche sorprende a todo mundo cuando el amable y sencillo mecánico George Malley observa una luz en el cielo, que lo ciega hasta desmayarse. Cuando recobra el conocimiento se da cuenta de que su inteligencia se ha desarrollado de una manera extraordinaria y hasta es capaz de aprender un idioma en unos cuantos minutos.

Pero, ¿es cierto que sólo usamos 10% de nuestra inteligencia? y, de serlo, ¿qué significa exactamente este aserto? ¿Acaso quiere decir que el restante 90% de masa encefálica es completamente inútil?

Supongamos que es cierta esta aseveración y supongamos también que el lenguaje, una capacidad humana que no comparte con las demás especies, es meramente orgánica, ¿Querría decir esto que si conserváramos sólo 10% de la masa encefálica –o sea el equivalente al tamaño del cerebro de un perro– sería posible que conversáramos con nuestro mejor amigo?

Una de dos: o el can puede hablar y se pasa de listo, o a nosotros nos sobra cerebro y tonteamos neciamente usando sólo 10% de nuestras “gran potencial”. Por otra parte, si el cerebro pesa, en promedio, 1.5 kilogramos, nos bastaría con sólo 150 gramos (una quesadilla de sesos bien llenita) para realizar todas nuestras funciones.

En términos orgánicos, el cerebro es un órgano una masa de tejidos; en términos lingüísticos, es una palabra proveniente del latín y, por tanto, del indoeuropeo, que significa “lo que lleva la cabeza”; y que en griego se dice enkephalon o encéfalo.

Como cualquier mito, sobre éste tampoco sabremos nunca a ciencia cierta (mejor dicho: “a pseudociencia cierta”) de dónde provinieron tales disparates, pero son justamente pseudociencias quienes más contribuyen a propagarlos. Y es que, como dijera Séneca, es más fácil creer que pensar.

Por lo pronto, en el Museo de Ciencias Universum hay toda una sala dedicada a este órgano que forma parte del sistema nervioso; en ella podemos conocer la organización, estructura, la comunicación celular entre neuronas (sinapsis), así como su evolución y los nuevos conocimientos que la ciencia descubre hoy en día.

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