Un bello recuerdo

Rodolfo Rosales

OPINIÓN 14/03/2017 09:50 Rodolfo Rosales Actualizada 09:50

Luis no es taxista, pero de niño, hace unos 15 años, era pasajero constante de ese medio de transporte y fue cuando vivió una bella experiencia

Sus idas al colegio casi siempre eran en taxi y eso le fascinaba a Luis, pues le encantaba platicar con los conductores de ese medio de transporte.

“Soy Luis a secas, nunca fui taxista y cuando era niño viajaba mucho en taxi, debido a que las condiciones económicas y sociales de hace unos 15 años lo permitían y por eso conocí a muchos choferes”, comenta.

“Con el tiempo, el uso del taxi casi se volvió una necesidad, pero también un lujo, porque este medio de transporte esta negado para mucha gente, desde mi punto de vista. Claro, ahora la gente prefiere caminar o utiliza otro medio de transporte”, señala.

“Leo sus historias y me gustan mucho, por eso me atreví a enviar la mía y espero tener la suerte de verla publicada. Recuerdo que cuando era niño viví muchas historias y anécdotas que puedo compartir, desde las interminables platicas de mi padre con el taxista sobre política, futbol, deportes en general o cualquier otro tema de intereses de aquellos lejanos 15 o 17 años, y yo siempre pensando en mi inocencia que eso era obligatorio en la vida de un adulto crear una plática con el taxista”.

“Además, yo imaginaba que mis futuros hijos tendrían que verme hablando con un taxista. Añado a la historia que una vez un taxista me regaló un coche de juguete que quizás algún otro niño olvidó en el coche”.

“El auto era estilo Monster (de esos con los cuales se hacen competencias al estilo y usanza gringa, aplastando todo lo que esté a su paso) pero en pequeño. 

Para mí, ese momento fue muy especial, el recibir un regalo de un taxista, pero mis padres eran desconfiados”.

“Entonces en lugar de dármelo de inmediato, como yo lo deseaba, fue muy curioso el hecho de que mis padres revisaran el artefacto (coche), debido a que en el mundo se puso de moda la triste moda de los terroristas, tanto así que verificaron que no fuera una bomba o algo parecido y yo tan solo quería jugarlo”.

“Así, después de un rato me lo dieron y yo me puse feliz con ese juguete, de eso ya tiene 15 años y sucedió allá por los rumbos de Coyoacán y quizá el taxista no supo lo feliz que me hizo y así como ese señor debe haber muchos en nuestra ciudad dando un poco de felicidad a los niños que se suben a sus taxis”.

“Yo sólo espero que aquel taxista de buen corazón se encuentre bien y si lee esto, quiero decirle gracias, que si bien nunca me hicieron falta juguetes, un obsequio de todo corazón siempre se agradece”, concluye Luis.

Al igual que Luis, muchos de nuestros lectores nos cuentan sus anécdotas.

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