La gratuidad de los libros de texto

OPINIÓN 13/10/2015 05:00 Actualizada 05:00

La Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos fue creada en 1959, durante el sexenio de Adolfo López Mateos con una de las misiones más nobles del Estado mexicano: dotar de libros a los estudiantes de primaria de todo el país. El objetivo de Jaime Torres Bodet, entonces secretario de Educación, era facilitar las condiciones de los estudiantes para aprender, ya que desde entonces los libros eran caros y difíciles de conseguir, principalmente en las zonas rurales. En 1950, el índice de analfabetismo nacional era del 42%, más de 6 millones de mexicanos. Un ejemplo del impacto que tuvo el analfabetismo en la sociedad mexicana es el uso de pictogramas para identificar las estaciones de la línea 1 del Metro, que a la postre también sirvió para orientar a turistas no hispanoparlantes.

Atendiendo en demasía a un supuesto rumor esparcido en redes sociales, el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, se ha esforzado en aclarar que los libros de texto gratuitos se mantendrán así para los estudiantes desde preescolar hasta secundaria de todo el país. Para el ciclo escolar 2015-2016 la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos programó el tiraje y distribución de casi 210 millones de ejemplares para los alumnos y bibliotecas de aula en 220 mil escuelas de los distintos niveles de educación básica.

Para algunos, la aclaración de la SEP respecto a los libros de texto gratuitos puede ser una estrategia para medir la percepción ciudadana respecto a esta política de gobierno. Y aunque las funciones de la Conaliteg se han diversificado desde su fundación, también debe ser una oportunidad para revisar los pros y los contras de una política universal en materia educativa. En la lógica del Estado benefactor, el gobierno entrega a la población libros de texto porque la mayoría no puede pagarlos, mucho menos cuando los padres tienen dos o más hijos. Pero solamente un pequeño sector de la población percibe esta política como un derecho.

Hay dos aspectos que a lo largo de los años han repercutido negativamente en la industria editorial mexicana: Los libros de texto, al ser gratuitos, generan en los estudiantes y en sus padres un falso concepto respecto al verdadero valor de los materiales, situación que repercute en las bajas ventas de la industria editorial en el país. Al ser la Conaliteg la entidad pública encargada de la distribución de los libros directamente en los planteles educativos se deja de fomentar un hábito muy importante en la formación de los estudiantes: visitar las librerías. Según información de Conaculta, en México hay poco más de mil 500 librerías, una para cada 73 mil habitantes. Y, según la Cámara de la Industria Editorial Mexicana, los mexicanos leemos en promedio 3 libros al año.

Los libros de texto deben mantenerse gratuitos, como un derecho para la infancia mexicana en favor de su alfabetización y educación elemental. Pero también deben actualizarse los mecanismos de distribución para que los niños visiten las escasas librerías que se concentran principalmente en las poblaciones urbanas. La estrategia educativa planteada por Torres Bodet a mediados del siglo pasado debe actualizarse.

Periscopio. Hoy se presenta a las 3:45 pm en la Feria del Libro del Zócalo la novela gráfica ‘Uncle Bill' de Bernardo Fernández (Sexto Piso, Fonca. México 2015). Libro que nos cuenta la historia del crimen cometido en la colonia Roma en 1951, cuando al escritor William Burroughs le falló la puntería con la pistola al usar como blanco un vaso lleno de ginebra sobre la cabeza de su esposa.

En el radar. Este 16 de octubre, López Obrador ofrecerá una conferencia, ‘La lucha por el renacimiento de México', en la Casa de la América Latina de París, Francia.

Bitácora de lo absurdo. "La perversión de la juventud está programada desde las escuelas, es un mal inmenso que quita la inocencia y los orienta al libertinaje, vengan a ver los libros de texto a ver qué se les enseña a los niños de primarias y secundarias". Juan Sandoval Íñiguez, Arzobispo Emérito de Guadalajara, Jalisco, durante su homilía dominical.

Leo Agusto

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