¿Sismo? Conserva la calma

OPINIÓN 13/05/2014 05:00 Actualizada 05:00

César Mújica labora en el quinto piso de un edificio de gobierno. Cuando sonó la alarma sísmica, el pasado jueves 8 de mayo, siguió las indicaciones que recordaba de los simulacros que cada año se efectúan en su centro de trabajo. Al llegar al cubo de la escalera se topó con un atolladero: largas filas de empleados frenaban el desalojo. Llegó el temblor, suave al principio, fuerte después.

Aún se oía la alarma sísmica y la gente no salía. Se fue la luz y en el cubo de las escaleras, la oscuridad y el pánico se tragaron a la multitud. Gritos, empujones y llanto cargaron el ambiente y las escaleras con un sobrepeso más allá de lo humano. Tanteando paredes, espaldas y barandales, al fin todos alcanzaron la calle. El sismo ya había pasado, pero cada cual seguía su propio temblor. Mareados todos, sus rostros se torcían en una excitación extraña cuyo mensaje se descifraba en un “¡qué susto!”

Conforme pasaban los minutos, la gente se arremolinaba alrededor de mujeres y hombres, provistos de chalecos de color insoslayable, que portaban cartoncitos con leyendas como “piso número tal o piso número cual”, bajo la mirada de los automovilistas, que no veían la hora de seguir su marcha, “echando un ojo” de vez en cuando a las alturas.

Fue entonces cuando un flashazo le memorizó a César las recomendaciones de los expertos en protección civil, durante los simulacros: “Al escuchar la alarma sísmica, debemos conservar la calma y colocarnos en las áreas de seguridad dentro del piso en el que estemos. El minuto que nos da la alarma no alcanza para salir a la calle, especialmente si estamos en un tercer piso o más arriba. Lo que nunca de los nuncas hay que hacer durante un sismo es usar las escaleras, sino hasta que deje de temblar, y sólo tras haber confirmado que hay condiciones para evacuar”.

César no pudo sino recordar con ironía un cartel que reza: Keep calm, la propaganda que usó la corona británica durante la Segunda Guerra Mundial para confortar a sus súbditos ante un ataque enemigo. “Conserva la calma y sigue adelante” es el mensaje completo en español de ese cartel. Aferrarse a la calma como única tabla de salvación nos permite aprovechar el conocimiento para poner a nuestro favor cualquier posibilidad de supervivencia, así sea mínima. Perder la calma es perderlo todo, incluso el más pequeño de los saberes.

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