El príncipe azul ¿debe existir?

OPINIÓN 13/03/2013 04:00 Actualizada 13:13

Lo ves y crees que es perfecto. Guapo, con dinero, buen trabajo, cariñoso, y de inmediato te brinca a la mente: ¡Mi príncipe azul!

Ya es sabido que las mujeres son mucho más tendientes a creer que existen los príncipes azules y suspiran por romances de cuentos. Pero más allá de creer en ellos, lo que ocurre en la ideología femenina, marcada por las historias de príncipes y princesas, es que terminan generando un pensamiento mágico que hace ser infeliz.

Realidad vs ficción

Profesionales de la sicología han estudiado que el pensamiento mágico son todas aquellas ideas que tenemos sobre lo que debería ser y que nos impiden aprovechar, gozar y crecer con lo que en realidad es y tenemos.

El primer punto de este pensamiento mágico es que las doncellas son rescatadas por valientes príncipes y plantean a la mujer como un ente que no tiene vida, a la espera de que justamente llegue ese hombre a ofrecerle la vida que ellas no pueden darse.

Otro punto es que recalcan que la infelicidad de las protagonistas (si así se puede llamar a alguien que no protagoniza ni su vida) se determina por otras mujeres que les ofrecen una vida de abusos.

Este tipo de conductas son las que hacen que el príncipe deba tener una enorme lista de requisitos; ser valiente, tener posición social, estabilidad anímica, gentileza, ternura, posición económica envidiable, ser guapo y hasta tener proyección como buen padre.

De tal manera, cuando las más de las mujeres van en busca “de un buen partido”, en realidad elijen bajo el esquema del príncipe perfecto y no de los mortales con quienes convive y se relaciona.

Requistos incansables

Así, las mujeres aprenden que a través de este tipo de hombre se vive, que la felicidad sólo se logra si hay otro que la produzca y que son los hombres quienes debe hacer sentir y cumplir los deseos de ellas conforme surgen.

Por ello, las damiselas deben dejar todo por ellos, pues son la garantía de que serán “felices para siempre”. Y pasa que cuando el hombre que se pensaba príncipe no cumple con los requisitos, las mujeres de manera interna se sienten “estafadas”.

De tal forma, a la mujer sólo le queda una de dos cosas: aceptar al hombre que elije o intentar cambiarlo, cosa que sucede más a menudo y que termina con una enorme lista de quejas, conflictos e infelicidad.

Y no en pocas mentes femeninas ese hombre con el que se involucran se interpreta sicológicamente como un premio de consolación, pues su verdadero “príncipe” seguro anda perdido por el mundo o, peor aún, otra ya lo ganó.

De tal forma, mientras las mujeres sigan idealizando los requisitos que un hombre debe tener para hacerlas felices, los fracasos amorosos seguirán en aumento.

Ganar la guerra

Es vital entender que la felicidad debe ser un satisfactor que cada persona debe darse, que el otro está para acompañarnos y compartir, pero no para hacernos vivir.

También es fundamental tener presente que si nos movemos bajo el pensamiento mágico, jamás podremos disfrutar de las cualidades del otro, las cuales pueden ser hasta mejores que las que demandábamos.

El príncipe azul jamás será una realidad, en el mundo hay hombres valiosos que sólo necesitan una mujer que los sepa apreciar, disfrutar y amar.

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