La importancia del petróleo

OPINIÓN 12/07/2013 05:00 Actualizada 05:00

Cuando el gobierno piensa privatizar algún bien público, lo primero que se echa a andar es la maquinaria de la propaganda. De mil formas intenta convencer a la ciudadanía de las bondades de la privatización. Sin embargo, la historia reciente nos muestra que las privatizaciones neoliberales son un fracaso.

En los últimos 30 años se privatizaron los bancos, las aerolíneas, los ingenios azucareros, las empresas de fertilizantes, los puertos, los aeropuertos, las carreteras y, luego, el gobierno tuvo que rescatarlos. Al privatizar todas esas empresas, el Estado mexicano obtuvo 30 mil millones de dólares pero para rescatarlas de la quiebra producida por sus dueños privados tuvo que gastar 90 mil millones de dólares. Todavía estamos pagando el rescate bancario y ahora nos quieren imponer otras reformas, nuevas contrarreformas neoliberales.

Ahora quieren privatizar Pemex como lo hicieron con otras grandes industrias y ramas económicas. No han podido, no porque no hayan querido, lo han intentado varias veces pero el pueblo no se ha dejado despojar de esa riqueza que es de la nación, que ni siquiera es del gobierno, pero va otra vez a intentarlo para entregarle la riqueza de Pemex a las compañías extranjeras.

En el caso del petróleo una de las líneas a seguir por parte de la propaganda oficial es la de tratar de desvincular al petróleo de la sociedad. Es muy común escuchar que el petróleo no significa un beneficio real más que para la burocracia que administra la empresa y los corruptos líderes del sindicato.

Se omite señalar una realidad que es incuestionable: del petróleo proviene 40% de los recursos del gobierno, lo que quiere decir que cuando se construye una escuela, 40% viene del petróleo; cuando se edifica un hospital 40% viene del petróleo; cuando se le paga a los doctores del ISSSTE o del IMSS, 40% de sus salarios viene del petróleo. También gracias al hidrocarburo se financia 40% de servicios como el agua y la totalidad de los programas de combate a la pobreza.

Si se privatiza esa riqueza el gobierno sería financieramente inoperante. Se tendría que cubrir de manera urgente este enorme hueco en las finanzas públicas, ¿y quién va a pagarlo?: las clases medias y los más pobres, a quienes les van a aumentar los impuestos, mientras que a los que están hasta la cúspide de la pirámide económica no les cobran impuestos, se los condonan y hasta se los regresan.

Por eso quieren aumentar el IVA de 16 a 19% y extenderlo a medicinas, alimentos, libros, transporte, colegiaturas y vivienda, con lo cual le darían un golpe durísimo a la población porque estos rubros constituyen 90% del gasto de las familias de clase media y bajos recursos.

El mismo titular de la Secretaría de Economía, Ildefonso Guajardo, reconoció en entrevista con Carmen Aristegui (19/06/13) que “debido al impacto fiscal que una reforma energética tendría”, habría que aplicar una reforma fiscal (entiéndase incremento y generalización del IVA) “con una simultaneidad bastante sorprendente”.

Es decir, no hay privatización del petróleo sin un incremento a los impuestos. De manera automática la venta del negocio del petróleo significaría un encarecimiento generalizado de la vida en este país donde los salarios no suben más allá de seis pesos al año y donde el desempleo no deja de aumentar.

Por eso, defender el petróleo es procurar la tranquilidad de millones de familias. Es asegurarnos que el salario no alcance para menos, es luchar por la certeza de que nuestros hijos tendrán alguna expectativa de futuro.

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