México está de pie

LEO AGUSTO

OPINIÓN 11/09/2017 12:31 LEO AGUSTO Actualizada 12:31

Después del terremoto del 19 de septiembre de 1985, a pesar de la lenta reacción del gobierno en turno y frente a la espontánea solidaridad entre los capitalinos, un mensaje salió de la entonces regencia del Distrito Federal: “México está de pie”. Esa fue la pequeña motivación que encontramos los chilangos ante la realidad de una ciudad que parecía haber sido bombardeada, donde los escombros se convirtieron en parte de nuestro paisaje de un día para otro. La frase estaba pegada en todas las patrullas de la Policía del DF, en las unidades de la Procuraduría de Justicia y en la mayoría de los edificios públicos.

Resulta importante recordar el mensaje de aquellos días porque el nuevo temblor superó en intensidad al de 1985, por el natural desánimo frente a la tragedia. Dada la magnitud y el recuerdo del terremoto de 1985, la atención se fijó primero en la Ciudad de México, pero el grito de ayuda comenzó a llegar vía redes sociales desde poblaciones en el Istmo de Tehuantepec, como Juchitán, Oaxaca. Desde Chiapas, la cuenta de las réplicas del sismo han sido poco más de novecientas.

Hasta la tarde de ayer, la cuenta iba en 91 fallecimientos, aproximadamente 800 mil damnificados y 282 comunidades afectadas a causa de este terremoto de 8.2 grados que ocurrió en los últimos minutos del pasado 7 de septiembre con un epicentro muy cercano a la costa de Chiapas. La pérdida de vidas humanas ha enlutado a sus familias y al país entero. 

En tiempos donde la primera dama de EU acudió calzando tacones de punta para “apoyar” a las víctimas del huracán ‘Harvey’, es de reconocer que el presidente Peña y su gabinete comenzaron a atender la contingencia desde la madrugada misma del viernes y al día siguiente ya estaban en la zona de desastre. La reconstrucción de las zonas afectadas está a cargo de Rosario Robles, que ha sido la secretaría del gabinete federal que mejor ha reaccionado ante otras contingencias naturales que han ocurrido en este sexenio. La titular de la Sedatu enfrenta la emergencia con dos tareas: el reparto de ayuda a los damnificados en el mismo Istmo y también a quienes están en las zonas más alejadas. La segunda es la evaluación de los daños y el censo de las viviendas afectadas. El liderazgo que las zonas afectadas requieren en este momento también es moral, donde la experiencia de Rosario es clave.

Desde todo el país han comenzado a surgir las muestras de solidaridad que se concentran en centros de acopio, con los riesgos habituales de que no llegue a quien lo necesita. Pero en el caso de Oaxaca, el riesgo es que la ayuda se canalice vía los liderazgos y cacicazgos regionales que podrían lucrar en más de una manera con la bondad ajena. Por ello, resulta importante la participación de la Marina y el Ejército en esta labor. No dude usted que también las redes sociales estarán atentas al buen uso de la ayuda y no vacilarán en denunciar cualquier eventual abuso.

Los sismos de 2017 y 1985 se parecen en la intensidad que cada uno tuvo, pero también en el daño que causaron, aunque en el caso de las afectaciones en Oaxaca y Chiapas fueron en pueblos donde la densidad de población es menor a la Ciudad de México, evidentemente, pero en un terreno mucho más amplio, y eso lo convierte en un reto mayor que involucra al gobierno y a nosotros como sociedad. Como mexicanos somos capaces de superar la adversidad presente. Ya verá cómo la Sandunga no dejará de sonar en el corazón de Oaxaca. 

Periscopio. Para apoyar a las comunidades oaxaqueñas afectada por el sismo, la Fundación Alfredo Harp Helú y CitiBanamex aportarán un peso por cada uno que sea donado por la sociedad civil en la cuenta 23 de la sucursal 100 a nombre de Fomento Social Banamex. También se entregará recibo deducible de impuestos a quien lo solicite en los siguientes teléfonos: (55)12264362, (55)12265864 y (55)12266025. Si usted desea y puede donar esta es una vía que garantiza que su generosidad será bien canalizada.

Twitter: @LeoAgusto

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