Está flaco el programa de apoyo a los sectores productivos y a la economía de las familias.

La primera aplicación de aumentos a los precios de las gasolinas causó un descalabro social y económico al país.

Y a ello van a seguir dos aumentos más en febrero y un régimen de precios diarios.

Si bien la intensidad y número de las protestas sociales muestra una baja hoy, los problemas están en las familias que han perdido poder de compra en cuestión de días; en productores cuyas actividades se colapsan. Más que nunca se necesita debatir salidas.

El problema es una prueba para la democracia, no para medidas de autoridad. A los gobernadores les han dicho que no hay marcha atrás.

La inflexibilidad es rotunda; ello es resistirse a la unidad.

Parece que no se reconoce el tamaño del malestar que brotó en los primeros días de enero. No asimilar la voz de la calle, poco favorece a los acuerdos, a la unidad que el país necesita. 

El precio de la unidad nacional es abrir los oídos. 

Muy cierto: subsidiar gasolina beneficia mucho a quien más tiene, pero la aplicación de la medida lastima a las mayorías, como sacar una muela sin anestesia.

Si llega el domingo 15 de enero, día de manifestaciones en todo el país, y no hay un ajuste que alivie a las clases populares y a los sectores productivos, el malestar social quedaría injustamente desatendido.

Así no hay proyecto que valga la pena…

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