¿Cambio sin reformas?

OPINIÓN 10/10/2013 05:00 Actualizada 05:00
Mis condolencias y solidaridad
para los familiares del trágico
accidente en Chihuahua

REFORMA. Hay momentos que como generación no debemos dejar pasar. México, como lo he escrito con anterioridad, se encuentra en un periodo donde han convergido el mayor número de actores con una sola demanda, modificar el status en el que vive nuestro país. Ya sea en el Pacto por México, en el Congreso o desde los estados, las premisas son sacar a millones de mexicanos que están en pobreza alimentaria, carezcan de seguridad social, que no logren acceder a una educación de calidad y que vivamos en un México en paz con índices de crecimiento económico conforme al potencial que tenemos. ¿Cómo podemos hacer todo eso? Con reformas en los rubros que sean necesarios. Que lo hagamos sin ataduras y sin condiciones, dejando de lado los intereses personales y partidistas.

Es la hora de todos nosotros, de los ciudadanos participativos, conscientes y autónomos para que hagamos realidad el cambio. En este momento, en el Congreso de la Unión se están analizando las reformas política-electoral, hacendaria, financiera y energética. Empezaré con la última. En el Senado nos propusimos escuchar a los especialistas en el tema. A excepción del Partido del Trabajo, los demás partidos suscribieron el acuerdo para que se llevaran los foros de debate sobre las distintas iniciativas que en la materia se han presentado. Y volvimos a ser rehenes de intereses mezquinos. La reforma financiera está siendo estudiada en comisiones. Está integrada por 13 iniciativas y modificaciones a 34 leyes para “establecer las bases de un desarrollo incluyente, donde se preste más y más barato, manteniendo las sanas prácticas prudenciales y mejorando la eficacia del sistema financiero.”

Ahora bien, el gobierno federal presentó a la Cámara de Diputados la propuesta de reforma hacendaria y el paquete de Presupuesto 2014. Los objetivos fundamentales son establecer seguridad universal para todos, acelerar el crecimiento económico y estar en condiciones de tener todos seguro de desempleo y pensión universal, así como mayor inversión en infraestructura y en educación. También considera mayor transparencia al controlar el gasto a las entidades federativas, específicamente en salud y educación.

REACCIONES. Eran de esperarse las reacciones hacia el cambio. Esperar el discurso rijoso y renuente. Esperar la actitud negativa ante cualquier planteamiento, como con la reforma educativa. ¿Por qué estar en contra de mejorar la calidad de la educación? ¿Por qué negar nuevas oportunidades para el desarrollo profesional de maestros y directores? ¿Por qué no aceptar que el sistema educativo sea responsable y eficiente? Un analista internacional señala que tanto México como Brasil han iniciado importantes reformas en el sector, lo que por sí mismo es un gran paso tras dos décadas de pésimos estándares educativos.

Así como logramos generar los consensos suficientes para aprobar una reforma educativa que beneficiará a las siguientes generaciones, deberíamos debatir argumentos a favor y en contra de reformas como la hacendaria y energética. Cabe destacar que la sensibilidad, disposición, pero sobre todo una visión de Estado que tiene el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, ha hecho posible que las reuniones sostenidas con diversos sectores sean una muestra más de que este gobierno está dispuesto a ser incluyente frente a las planteamientos de la ciudadanía.

RESULTADOS. Siempre escuchando los planteamientos seguiremos enriqueciendo la discusión. No nada más se necesita tener una estabilidad económica o los recursos suficientes; necesitamos encontrar los consensos necesarios. Retomando a Enrique Quintana, articulista de El Financiero, “es bien conocido que el tiempo es un recurso no renovable, y el que resta de este año puede ser crucial para determinar los resultados de todo el sexenio y quizás de un par de décadas”.

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