Discapacidad y conocimiento

OPINIÓN 09/12/2014 05:00 Actualizada 05:00

Una política de inclusión social no estaría completa si no considera abrir espacios de modo que todas las personas puedan aspirar a una vida digna y autosuficiente. El conocimiento científico y tecnológico no es la excepción. Por eso, en México se han desarrollado diversas iniciativas para que las personas con capacidades diferentes puedan acercarse al conocimiento.

Cuando se abordan los temas de ciencia y discapacidad, de inmediato se suele recordar a Stephen Hawking, el famoso matemático, astrofísico y divulgador científico que, desde su silla de ruedas y provisto de un micrófono se comunica con sus audiencias. Hawking contrajo una enfermedad incapacitante y, aunque los médicos pronosticaron que moriría en pocos años, llegó a convertirse en uno de los más avezados físicos teóricos del mundo.

En México, diversas instituciones y organizaciones promueven la inclusión de las personas con capacidades distintas en actividades que les acercan a la ciencia. Uno de ellos es el proyecto Panalli, que surgió de la interacción entre la Escuela Nacional de Ciegos y el Instituto de Astronomía.

Literalmente, los ciegos y débiles visuales conocen el cielo del mismo modo en que conocen el resto del mundo: mediante el tacto. Así, el grupo Panalli dirige al grupo de invidentes o de personas que sí pueden ver pero que desean conocer el taller “Tocando el Cielo” y que, para ello, se colocan vendas en los ojos. Durante la pasada Noche de las Estrellas, el último sábado de noviembre, el pabellón de Panalli-Tocando el Cielo fue de los más visitados. El taller consiste en que grupos de 20 personas siguen los sonidos de las palmas de los líderes en mesas de trabajo. Frente a sí tendrán una bola de unicel partida a la mitad y sobre la cual se han colocado tachuelas y leds. Los primeros son planetas y astros opacos del universo; los leds representan a las estrellas.

Es maravilloso escuchar cómo los invidentes y los débiles visuales logran identificar la constelación de Orión, por ejemplo, precisamente al pasar sus dedos por esas tres protuberancias dispuestas en línea recta, como una cinta o cinturón (que la conseja popular llama comúnmente Los Reyes Magos).

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