La elección presidencial tuvo un nuevo escenario de disputa; la pantalla de televisión. La noche del pasado lunes, José Antonio Meade fue el candidato invitado al programa Tercer Grado de Televisa. El anuncio se hizo con algunos días de anticipación. Pero el lunes mismo, TV Azteca anunció la presencia de Andrés Manuel López Obrador en entrevista con Javier Alatorre como colofón del noticiero Hechos.

Quizá el lector recuerde algún “mano a mano” entre candidatos presidenciales en distintos canales de televisión, pero es un hecho inédito, además de audaz, al menos en este proceso electoral. La entrevista a Obrador, en TV Azteca, comenzó unos minutos después de iniciado Tercer Grado y terminó antes. Pero durante ese tiempo, que en televisión es mucho, López Obrador le robó el reflector y el rating a Meade Kuribreña. La disputa también entre los simpatizantes de ambos candidatos se dio en la generación de menciones en redes sociales. 

El elector que no ha definido el sentido de su voto se vio ante una encrucijada: tuvo que elegir entre ver a un candidato del PRI mucho más suelto y relajado a la hora de exponer sus propuestas, lo cual fue una señal de los cambios que realizó Meade en su estrategia, donde lo más visible fue la salida de Enrique Ochoa Reza del CEN tricolor. De entrada, Leopoldo Gómez planteó a la audiencia el escenario actual del candidato: su tercer lugar en todas las encuestas. Atrás quedó la estrategia del PRI de apelar al empate técnico con el segundo lugar: Ricardo Anaya. 

Pero también hubo otras señales en la emisión de Televisa: los panelistas trataron a Meade como el tercero en la contienda. Las preguntas fueron mucho más duras y directas que lo visto con López Obrador. Y el candidato aprovechó la ocasión para hacer un anuncio: la salida al mercado del libro con el proyecto de nación de Meade. El error fue que no recordó el título. Mala estrategia de mercadeo. 

Y así, mientras en Televisa hablaba de López Obrador, en TV Azteca él hablaba de sí mismo. Como dijo un escritor norteño en Twitter: “La agenda no la pone López Obrador, la agenda es López Obrador” y tiene razón. 

En la pantalla de Azteca UNO hubo señales dignas de anotar. AMLO recibió el trato que recibiría el Presidente a cuadro, respetuoso y cuidando todas las formas. Lo mismo ocurrió la semana pasada en Tercer Grado. La parte sustancial del mensaje fue la invitación al diálogo a la clase empresarial, Andrés Manuel subrayó que la diferencia con la llamada “mafia del poder” no incluye al total de los empresarios, sólo al pequeño pero poderoso grupo del Consejo Mexicano de Negocios, que publicó un duro desplegado en días pasados contra el candidato de Morena. En ese mismo tono fue el mensaje para el grupo que construye el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México. AMLO cambió el tono respecto a su negativa de que se construya en Texcoco, donde están las obras actualmente. Ofreció cambiar el esquema, uno donde pueda ser operado por la iniciativa privada bajo la figura de la concesión. Ayer mismo, fue el eje de su discurso en sus eventos de proselitismo, como desde hace varios días. Que han servido a suavizar el tono duro de los empresarios, más conciliador.

Pero volviendo al tema del rating entre televisoras, según mediciones de IBOPE la audiencia que sintonizó TV Azteca durante la entrevista fue de 4.2 puntos, el equivalente a casi 5 millones de personas, mientras que en Televisa la audiencia fue de 6.1 puntos que equivale a casi 7 millones de televidentes. Para algunos Meade ganó la batalla por el rating, pero el jueves pasado con Obrador en Tercer Grado, la audiencia para el candidato del PRI fue de cero televidentes. Veremos en los próximos días las mediciones de este cara a cara entre TV Azteca y Televisa, cuando dos candidatos se presenten al aire de manera casi simultánea. Veremos si la audiencia responde al atractivo que le generan los candidatos o al atractivo que presentan los formatos de programa de deliberación electoral.

Twitter: @LeoAgusto