Un problema de fondo

Gabriel Cruz

OPINIÓN 09/05/2017 10:37 Gabriel Cruz Actualizada 10:37

La semana pasada ocurrió algo surrealista. Desconozco si sea inédito, pero al menos en la época de las redes sociales y la información en tiempo real fue un golpe duro para la credibilidad de las comisiones encargadas de regir este deporte espectáculo en México. 

Sucedió en el organismo responsable de las funciones que se realizan en el Estado de México, pero pudo haber pasado en cualquiera otra a lo largo del país, ya que el rigor que existe en ellas es nulo.

Esta vez no fue un luchador hecho al vapor el que recibió una licencia para trabajar, a cambio de unos pesos sin mediar una prueba física y de conocimientos sobre la disciplina ligada a los costalazos.

Tampoco un promotor llegó a las oficinas de la citada comisión, con un fajo de billetes por delante para demostrar la calidad moral y económica que le permitirá realizar funciones.

No, tampoco un muchacho con un ego enorme se acercó para recibir el permiso como anunciador, tras la amplia experiencia en las funciones de su colonia.

El hecho fue más simpático. Rayó en lo ridículo y al final pareció una broma de mal gusto: Una edecán recibió de manos de algún integrante de la comisión, su licencia para ser edecán autorizada para la comisión, lo que sea que eso signifique.

El problema no es si la persona beneficiada lo hizo de buena o mala fe, si era consiente de lo que estaba solicitando, el verdadero lastre es qué criterio se utilizó para obsequiarle, así, obsequiarle, el documento oficial.

Horas más tarde, tras el revuelo del hecho, la comisión aceptó su error y se comprometió a cancelar dicho permiso. El mal ya estaba hecho y dudo mucho que se vayan a tomar medidas para que no vuelva a ocurrir. ¿Es posible que algo similar suceda en otra parte del país? Tristemente, debemos reconocer que no sería extraño que haya pasado ya.

El conflicto, en este caso, es de forma y de fondo. No hay justificante para que se haya expedido la licencia. Pero hay que ser claros: Como ella, hay cientos de luchadores que no merecen ni demostraron estar preparados para considerarse profesionales, grado que un simple papel no otorga.

¡Buenas luchas!

 

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