Ayotzinapa no se olvida

OPINIÓN 09/01/2015 05:00 Actualizada 05:00

EL GOBIERNO de Enrique Peña Nieto pretende dar “carpetazo” al caso de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa. Apuesta a que luego de las fiestas decembrinas el tema se diluya y termine por ser borrado por otros temas.

No obstante, apostar al olvido en hechos tan graves y que hieren tan profundamente a la sociedad, no sólo es un error político, también es un acto criminal. La sociedad tiene derecho a conocer el paradero de los estudiantes y saber la verdad sobre este tema.

Por su parte, la sociedad debe permanecer firme en el apoyo a las familias de Ayotzinapa. No se trata de un tema de oportunidad política o de moda. La desaparición de estudiantes es un hecho que debe marcarnos como sociedad y representa el reto de frenar la corrupción, el autoritarismo y la simulación.

Estamos a poco más de un mes de que se cumpla medio año de los acontecimientos y aún se desconoce el paradero de los estudiantes. Hay detenidos, pero no se ha determinado cuál fue el móvil del crimen, no se ha determinado quiénes son los responsables materiales, intelectuales y políticos de esta agresión criminal.

Casi seis meses y no se ha hecho justicia. Al contrario, el gobierno ha dado muestras de querer encajonar los hechos en el ámbito municipal. Hay la intención de que todo quede en el problema de uno o dos municipios, a pesar de que hay múltiples elementos que muestran la complicidad o, en última instancia, omisión de los cuerpos de seguridad del Estado en este crimen.

El gobierno no puede apostarle al olvido, ni mucho menos a dar respuestas vagas y confusas. De no ofrecer conclusiones creíbles y convincentes, Peña Nieto puede llevar al país a un clima de confrontación e ingobernabilidad que afectaría a todos los sectores sociales.

Por eso es importante que Peña Nieto no se engañe a sí mismo: Ayotzinapa es un tema central de la agenda nacional. Se trata de un agravio que nunca se olvidará. Son cosas que la publicidad no tapa.

Al mismo tiempo, es necesario el cese a la represión que se ha generalizado en todo el país durante el sexenio de Enrique Peña Nieto. Los problemas se solucionan dando respuestas a la inconformidad no persiguiendo, golpeando y encarcelando a quienes protestan.

Peña Nieto debe aprender de las lecciones amargas que le dejó 2015.

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