Ayotzinapa

OPINIÓN 08/10/2014 05:00 Actualizada 05:00

El país está convertido en un territorio en disputa por el crimen organizado, donde gobierno, clase política, empresarios y policías están involucrados. A unas cuantas horas de haber informado sobre la existencia de seis fosas clandestinas, donde posiblemente se encontrarían los cuerpos de los estudiantes desaparecidos el pasado 26 de septiembre en Iguala, familiares de las víctimas bloquearon de manera intermitente la Autopista del Sol en demanda de justicia y aparición con vida de los estudiantes secuestrados.

El Comité Ejecutivo Estudiantil Ricardo Flores Magón, de la Escuela Normal de Ayotzinapa exigió la destitución del gobernador Ángel Aguirre Rivero, a causa del desgobierno que existe en el estado, que se traduce en la impunidad.

La lista de los agravios es larga, el alcalde de Iguala, José Luis Abarca, ahora prófugo de la justicia al igual que su secretario de Seguridad Pública, Felipe Flores, fue acusado de ser el autor material del asesinato del líder social Arturo Cardona, de la organización Unidad Popular.

Las escuelas normales rurales están bajo el acoso de las autoridades. En ellas estudian los campesinos que sufren las condiciones miserables que ha dejado la política económica, la descomposición social y el crecimiento del crimen organizado, como el caso de los llamados Guerreros Unidos, escisión atribuida al cártel de los Beltrán Leyva.

La expropiación petrolera, el Instituto Politécnico Nacional y las Escuelas Normales Rurales fueron proyectos que impulsó el general Lázaro Cárdenas, como presidente de la República, desde una visión nacionalista, mediante un plan sexenal bien cimentado. Sin embargo ahora, con el regreso del PRI, se socava a la patria. Los signos de la descomposición salen a borbotones: el asesinato de seis personas y cuarenta y tres desaparecidas, es muestra de lo que sucede a diario en nuestro país, aunque se quiera tapar el sol con un dedo.

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