Los más picudos

OPINIÓN 08/03/2016 04:00 Actualizada 04:00

Ante el brote de influenza A H1N1, sólo falta que Donald Trump diga que es resultado de una conspiración antiamericana (A) provocada por un hispano (H1) y un negro (N1).


Y es que rumores y temores de la población en torno a esta enfermedad han obligado a que las autoridades de salud en México revisen si el mensaje está llegando bien a la población, y hacer que se mantenga la calma y se atiendan las recomendaciones: vacunarse, lavarse constantemente manos y boca; evitar saludos de mano o con besos; acudir al médico si se presentan estos síntomas: fiebre, catarro, tos, flujo nasal, dolor de cabeza y abdomen, sensación de cuerpo cortado y diarrea ocasional.

La influenza estacional tiene varios genotipos, el A H1N1 resulta muy familiar a los mexicanos, sobre todo después del brote epidémico de 2009, que debió habernos dejado valiosas experiencias.

Desde hace décadas, los especialistas saben que en cualquier momento surgen pandemias de influenza, debido a que el virus muta constantemente en dos entornos: Una, en sus propios genes. Se trata de cambios apenas perceptibles que dan lugar a una gama de propiedades antigénicas que comparte con otras cepas; es decir, grupos de virus que comparten las mismas debilidades ante las células del sistema inmunológico encargadas de identificarlas y atacarlas. Así, una persona vacunada está en mejores condiciones de conservar la salud que quienes no se vacunan.

Sin embargo, los constantes cambios genéticos a lo largo del tiempo pueden transformar las propiedades antigénicas, de modo que si esa misma persona vacunada tiene contacto con el nuevo virus, muy probablemente enfermará porque su sistema inmunológico no encuentra las propiedades antigénicas que ya había "aprendido" con la vacuna. Por eso es necesario que las vacunas se actualicen cada año con las nuevas variantes del virus.

A pesar de que hoy sabemos que el único medicamento eficaz contra la influenza es el antiviral oseltamivir (Tamiflu, por su nombre comercial) no aprendimos la lección de 2009 en el sentido de desarrollar aquí nuestra independencia farmacéutica y, de nueva cuenta con el brote de este año, estamos a merced de los laboratorios extranjeros que nos venden tratamientos caros.

El temor y los consecuentes rumores que proliferan entre la población constatan que el mensaje de las autoridades de salud pública no está llegando con la suficiente eficacia. Un asunto de comunicación que hace la diferencia en un caso de salud pública.

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