100 días, 100

OPINIÓN 08/03/2013 04:00 Actualizada 11:52

Enrique Peña Nieto cumplirá pasado mañana domingo sus primeros cien días al frente del gobierno. Lo hecho, olvidado o ignorado por los gobiernos en sus primeros cien días, ha servido, en política, para que la ciudadanía tenga una idea más o menos clara de lo que es y será la naciente gestión, y evalúe así estilo, congruencia y efectividad.

Bastante bien calificado por la opinión pública parece salir Peña Nieto de esa evaluación. Y mucho tiene que ver la detención y encausamiento penal de la otrora intocable cacica del magisterio Elba Esther Gordillo.

Pero antes de profundizar en el análisis de ese hecho, remontémonos al inicio del actual gobierno, pues desde su arranque mostró diferencias de operación política respecto de sus antecesores y resultados acaso no muy profundos, pero por lo menos medibles.

El 2 de diciembre pasado, al día siguiente de la toma de posesión, Peña Nieto firmó el Pacto por México con las tres principales fuerzas políticas del país. Es cierto, no están representados ahí todos los mexicanos, sobre todo en lo que corresponde al PRD, que no congrega a la totalidad de los grupos progresistas al no representar a millones que votaron por Andrés Manuel López Obrador, ahora en Morena, movimiento en vías de convertirse en partido político. Pero sí están en ese Pacto las fuerzas que avalan o frenan la gestión presidencial.

Los mexicanos veníamos de tres gobiernos sin mayoría absoluta en el Congreso, cuyos planes y propuestas difícilmente transitaban por la instancia legislativa. El actual también es un gobierno sin mayoría legislativa, de manera que consensuar una agenda mínima de reformas, con la garantía de darle curso en las Cámaras de diputados y senadores (sin menoscabo de sus funciones) fue una plataforma de arranque nada desdeñable.

Más aún cuando empezaron a verse resultados, pues con el impulso del Pacto se sacaron las modificaciones a la Ley Federal del Trabajo, propuestas como reforma laboral por la anterior administración y se consiguió la mayoría calificada de dos terceras partes de los integrantes de las Cámaras para modificar los artículos 3 y 73 constitucionales para hacer realidad una reforma educativa (que es más bien una reforma político-administrativa que tomará su verdadero carácter hasta que se reglamente).

De la mano con el tema de la educación ocurrió el gran golpe de los primeros cien días: la detención y encausamiento penal de Elba Esther. Fue en el día 86 del mandato y fue, en opinión de casi todos, un golpe maestro. El gran riesgo de irse contra la cacica del SNTE era su capacidad de levantar a sus agremiados contra el gobierno, en perjuicio de la educación de los niños.

Que se mostraran pruebas contundentes para encausarla penalmente (sin que se le pueda decir culpable hasta que un juez lo haga) atajó ese riesgo. Se documentó un fraude contra el magsiterio. Qué docente, entonces, con semejante acusación, se levantaría para defenderla.

Dice Sylvia Schmelkes del Valle, directora del Instituto de Investigación para el Desarrollo de la Educación de la UIA: “Considerada una de las personas más odiadas por la sociedad mexicana, este acontecimiento ha causado enorme simpatía entre los ciudadanos. No deja de ser motivo de satisfacción el que se castigue la corrupción, aunque los ciudadanos también tienen muy claro que la corrupción que se castiga no es de ahorita ni la desconocían las autoridades judiciales. Lo nuevo es que ahora sí decidieron actuar”.

Estos primeros cien días de gobierno no quedarán suficientemente evaluados hasta que se conozcan las causas de la explosión de Pemex en el día 62 de la gestión y del que no se ha dicho la última palabra.

Por lo demás, ya se verá si la actual satisfacción popular y el Pacto, le alcanzan a Peña para sacar adelante una reforma fiscal que, al parecer, extendería el cobro del IVA en alimentos y medicinas, y una energética que podría ampliar la participación privada en la industria petrolera.

Instantáneas

1. FUNERALES. Buena la decisión de Peña —y cuenta en la evaluación de los primeros cien días— de ir a Caracas a los funerales de Hugo Chávez. Es congruente con su intención de volver los ojos hacia América Latina.

2. DESAFORTUNADO. Se sabe que muchos votos se le restaron a AMLO, al equipararlo con Chávez o sugerir que tenía su financiación. Se sabe, también, que nunca hubo tal. Mal hizo entonces en tuitear un pésame que empezaba diciendo: “No tuve vinculación con Chávez, mis adversarios usaron su imagen para atacarme”. Para qué un deslinde de algo que ya saben sus seguidores. Por qué no encomiar, mejor, el trabajo de alguien que, más allá de formas y estilos, llevó grandes beneficios a amplios sectores populares, algo que pretendía y aún pretende, suponemos, el ex candidato presidencial de la izquierda mexicana.

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