Rescate a ciegas

Rodolfo Rosales

OPINIÓN 07/11/2017 13:28 Rodolfo Rosales Actualizada 13:28

La llamada de Luis, quien prefirió no darnos su apellido fue lo más chistosa que hemos recibido.

—¿Aquí es donde uno puede contar su historia?” 

—Sí, si tienes una puedes contarla. 

—¿Neta? 

—Claro que sí. 

—¿No es choro?

—No.

—Bueno, mira, mi rollo me ocurrió hace apenas un año, por el rumbo de La Merced. La verdad siempre me gusta andar chambeando por ese lugar porque como la gente va cargada con mercancía y pues siempre le cargó la mano.

Bueno, pues ahí te voy. Esa era mi segunda vuelta al lugar y de manera sorpresiva se me subió una chava y de inmediato le puso seguro a su puerta. Eso, la mera neta, me dio mucha desconfianza.

¿Qué transa? ¿A quién robaste? y ella sólo me dijo ‘sácame de aquí, ¡por favor!’ La noté tan asustada que sin pensarlo me metí entre los coches y salimos del lugar, sin que nadie nos siguiera.

Recuerdo que tomé por La Viga, me dí vuelta en Boturini hasta Tlalpan y luego al Zócalo para salir por Tepito y de ahí paré hasta Tlatelolco.

Con más calma le pregunté de quién estaba huyendo y me contó que fue a La Merced a comprar recuerdos porque iba a ser madrina de una boda y le dijeron que ahí estaban baratos y buenos.

Me comentó que al andar por los pasillos, dos hombres le lanzaron piropos bien ñeros, pero que no les hizo caso, sólo que después la empezaron a seguir por todos lados.

Primero se metió a un local y cuando creyó que los sujetos ya se habían ido, salió para irse a su casa, pero al salir a la calle los ojaldras esos estaban esperándola y trataron de alcanzarla ‘fue cuando me subí a si taxi y le pedí que me sacara de ese lugar porque yo no sabía cómo defenderme y para colmo no había ningún policía’, contó toda nerviosa.

Le pregunté que si deseaba que la llevara a levantar un acta y me respondió negativamente. Entonces me pidió que la llevara a su casa. El camino fue largo, porque ella vivía por Xochimilco, pero ya estaba metido en ese rollo y ni modo de dejar la chamba a medias, así que me aventé el viaje a la ‘Venecia mexicana’ para hacer mi buena acción.

Llegamos a su casa, ella le contó a su familia, que no sólo me pagó lo que marcó el taxímetro, sino que me dio una buena propina.

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