Reconstrucción ya

Martí Batres

OPINIÓN 07/11/2017 13:24 Martí Batres Actualizada 13:24

Estamos a pocos días de que se cumplan dos meses del sismo del pasado 19 de septiembre y la reconstrucción no ha empezado. Hay inmuebles que sufrieron daños que aún no cuentan con un dictamen, familias que no tienen un lugar para vivir ni saben qué va a suceder con sus viviendas. 

A la gran participación de la gente que se dio inmediatamente después de los sismos, ha seguido la parálisis del gobierno que no ha sabido cómo encarar el tema. El Jefe de Gobierno ha mandado una polémica iniciativa de ley de reconstrucción a la Asamblea Legislativa que plantea convertir a las víctimas en deudores, autorizar la edificación de departamentos excedentes para, con su venta, supuestamente financiar la reconstrucción de las viviendas derruidas, entre otras cosas. Por si fuera poco, esta ley fue hecha sin incorporar los puntos de vista de la gente. 

Por ello, resulta previsible que la iniciativa sea cuestionada por la ciudadanía y necesite de diversas enmiendas para ser aprobada. Intentar la reconstrucción en una ley es un despropósito de la administración capitalina, pues en estos momentos no se necesita abrir el debate, sino iniciar los trabajos.

En la jefatura de gobierno saben que una iniciativa de ley con tantos puntos cuestionables y hecha de espaldas a la sociedad, sin ningún consenso político, puede tardar más de un año en ser aprobada. 

Por otro lado, en el Antiguo Palacio del Ayuntamiento saben que para reconstruir la ciudad no es necesario hacer una ley.

En 1985, la capital del país sufrió más daños, fueron más las pérdidas humanas, fue mayor el número de edificios derrumbados y dañados, así como muy superior el número de damnificados y no fue necesario un proceso legislativo para que el gobierno se pusiera a trabajar. Lo que hubo fue un acuerdo con organizaciones sociales para proteger los derechos de los damnificados.

Buscar trabajar el proceso de reconstrucción de la ciudad a partir de una ley es, además, una forma de imponer a la siguiente administración un modelo de hacerla, sin una visión social y privilegiando los compromisos con los grandes consorcios económicos, lo cual significa asegurar no a la gente, sino los grandes negocios. 

Por otro lado, mientras el gobierno de la ciudad pretende politizar la reconstrucción y trasladar el costo de la inacción a los diputados locales, pasa el tiempo y la gente sigue esperando. Se dice fácil, pero hace falta que en la Jefatura de Gobierno se pongan en los zapatos de las víctimas del terremoto. 

Así podrían darse cuenta que más que un proceso burocrático es un asunto de sensibilidad, de respeto a los derechos de la gente y de efectividad y eficacia. 

En el Gobierno de la Ciudad de México deben entender que el tiempo apremia, que la gente debe ser atendida y que los primeros tabiques de la reconstrucción deberían estar pegándose ya. 

 

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