Placer o satisfacción sexual

OPINIÓN 06/11/2013 05:00 Actualizada 05:00

Nos damos cuenta que sabemos poco de sexo cuando creemos que el placer sexual y la satisfacción sexual son la misma cosa. Y aunque pareciera que saber un concepto no es tan importante, lo es cuando éste maneja nuestras ideas y conductas eróticas.

Resulta que en la cama no es lo mismo quedar satisfecho con un encuentro sexual, que haber experimentado de verdad el placer sexual. La diferencia está en que la satisfacción y el placer están en niveles diferentes, el primero es simplemente dejar resuelta una necesidad física y el segundo es el resultado de un proceso de desarrollo y aprendizaje del erotismo de las personas.

Esto es, cuando solamente queremos sexo porque las hormonas lo piden y la ocasión se presta, podemos quedar satisfechos, ya que liberamos la tensión y nos relajamos; por supuesto que esta sensación de bienestar es lo que confundimos con el placer.

Pero el placer sexual es más que sentirse bien, es haber disfrutado con todos los sentidos (erotismo) el cuerpo mismo y el de la pareja, sin prejuicios, ataduras sentimentales o emocionales, complejos, culpas, mitos o tabúes. Es tener encuentros sexuales con plenitud, que den paso a la creatividad, al disfrute desde el inicio, desde la mirada, el cachondeo, los tocamientos hasta más allá del momento que creemos cumbre: el orgasmo.

Asimismo, es haber acordado y respetado los deseos sexuales del otro y negociado los propios.

Y es por eso que los expertos coinciden en decir que el placer es algo que se aprende y no algo con lo que nacemos.

Desafortunadamente, el aprendizaje del placer sexual es nulo en nuestra sociedad, ya que la educación sexual que recibimos suele quedarse muy por debajo de entender el placer y en países como México apenas llega la información básica sobre anticoncepción y prevención de enfermedades que en realidad no tienen que ver ni con satisfacción ni con placer, si no con higiene sexual.

Lo peor del asunto, dicen los expertos, es que ni siquiera en higiene sexual somos capaces de cumplir exitosamente, pues en nuestro país más de 60% de los adolescentes que tienen vida sexual activa no usa anticonceptivos en su primer encuentro sexual.

Si a esto le añadimos que al simple uso de los anticonceptivos se le ha llamado sexualidad responsable, la idea que tenemos sobre el placer y la satisfacción en el sexo están muy lejos de lo que deberían ser.

Es cierto que nadie experimenta en cabeza ajena y en el sexo es más que un hecho, pero son los padres quienes desde que el hijo es bebé deben facilitarle los recursos que permitan, en la adultez de sus hijos, desarrollar el placer y distinguir su satisfacción sexual.

Si al niño no se le permite gozar de sentir su cuerpo, si le censuramos que disfrute el placer de sentir una caricia, un beso, de oler, saborear y se le dice con todas sus letras “siente qué placentero es esto”, el niño será como muchos, un adulto con placeres reprimidos.

También es necesario que de adultos nos reeduquemos y aprendamos a conocer nuestro cuerpo, a saber qué nos gusta en todos los sentidos y con todos los sentidos y qué no, distinguir aquello que nos satisface del aquello que nos place y, más aún, aprender a obtenerlo con madurez, sin responsabilizar al otro de lo que a uno le toca.

Por ello, algunos expertos dicen que no sabemos mirar, sino que sólo vemos; no sabemos paladear, sino que sólo comemos; y que no sabemos gozar el sexo porque sólo nos satisfacemos y es ahí cuando la vida erótica acaba y el sexo toma su verdadera dimensión: satisfacer con el coito, mas no nutrir el deseo, el placer y el erotismo.

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