‘Grexit’: la salida de Grecia

OPINIÓN 06/07/2015 05:00 Actualizada 05:00

Los griegos dijeron No. No a los ajustes económicos con que sus acreedores han condicionado la aprobación de un nuevo paquete de ayuda que los rescate de la insolvencia y la quiebra.

El resultado del referéndum era consistente: 38%, Sí; 62%, No. No a más impuestos al consumo, No a más recortes de programas sociales, No a más aportaciones individuales para las pensiones, No al recorte de los subsidios a jubilados. No, que dio lugar a expresiones masivas de contento, aunque con ese No, tampoco habrá liberación de fondos internacionales de rescate para que el gobierno pueda cumplir obligaciones y financiarse. Hoy, los bancos habrán agotado sus reservas. Y de ahí para adelante no habrá dinero hasta que se decida, en esta nueva coyuntura, si se le ayuda a Grecia a seguir en la Zona Euro o, de plano, se le expulsa, la famosa ‘Grexit’ que es la combinación de los sustantivos Grecia y exit (salida), la salida de Grecia.

Podría pensarse que los griegos votaron por el suicidio. Están prácticamente quebrados y sin acceso a los fondos que requieren para salir a flote. Pero esta interpretación no toma en cuenta que los griegos y su gobierno de izquierda radical que encabeza el primer ministro Alexis Tsipras, no se niegan a ser parte de la eurozona ni a un ajuste económico. Lo que no quieren es que sea asfixiante, con las recetas que les dicta el no menos radical neoliberalismo impuesto por el expansionismo alemán de la canciller Angela Merkel, verdadero poder y motor de la Unión Europea.

Recetas que son incluso más severas que las ya aplicadas a Grecia desde que su asimetría económica respecto a Europa y el irresponsable endeudamiento en que incurrieron gobiernos conservadores y socialistas para seguirle el paso a la zona euro, hicieron crisis años después de su incorporación el 1 de enero de 2001.

Para enfrentar las crisis, los organismos financieros internacionales recetaron medidas de ajuste severas, “medicinas dolorosas, pero necesarias para curar al enfermo”. Pero esas medicinas lo enfermaron más, hasta llevarlo a su actual agonía. Y las medicinas rechazadas ayer por los griegos, igual iban a matar al enfermo. Visto así, el No sería suicidio, sí; pero el Sí, la muerte por inanición, ¿no?

El Sí o el No a los términos del ajuste que, por lo demás, será inevitable, encerraban pesados riesgos económicos. El No, que por lo pronto cierra la ayuda, es la reconfirmación de la quiebra y la insolvencia; y el Sí, un altísimo costo social que atiza el estallido.

Pero con el No decidido, ¿Angela Merkel y la eurozona echarán a Grecia, la dejarán morir sola? El problema es que la quiebra de Grecia se ‘llevaría entre las patas’ al euro y al nuevo proyecto hegemónico alemán, en momentos en que otras crisis sacuden a Europa, sobre todo la geopolítica y militar entre Ucrania y Rusia, como parte de la estrategia de Vladimir Putin de quebrar el expansionismo alemán y consolidar el propio.

Ya veremos si Merkel ‘dobla las manos’, aprueba condiciones menos asfixiantes para salvar a Grecia y saca a flote el proyecto comunitario europeo. Ella debe saber, no obstante, que ‘doblar las manos’ ante Grecia, la hará más vulnerable ante otros miembros de la Unión con severos problemas económicos, que podrían exigir un trato similar al que eventualmente se le dispense Atenas, como es el caso de España e Italia.

Para Tsipras y su gobierno, el No le da un fondo de legitimidad y una gran herramienta para retomar la negociación frente a la llamada ‘troika’; pero, sobre todo, frena la andanada que contra él se desató, culpando a su supuesto populismo de la crisis griega. Visto está que con Sí y No hay riesgos en términos económicos. La andanada, se infiere, era entonces más política. Para Merkel y la ‘troika’, es un negociador incómodo y la victoria del Sí les hubiera entregado su cabeza.

Y usted preguntará: a mí qué con Grecia y sus problemas, si está ‘re’ lejos. Pues hay, a juicio de quien esto escribe, un efecto y una enseñanza. El efecto lo temen todos y lo deja ver ya el nerviosismo de los mercados: si no hay solución en Grecia podría tambalearse el sistema financiero internacional y con él nuestro apesadumbrado México que observa cómo se fortalece el dólar y se debilita el peso, con sus consabidas consecuencias. La lección: que los pueblos pueden ser protagonistas de su destino, más allá de los poderes supranacionales y las hegemonías geopolíticas; y que los recursos de la democracia directa son una herramienta para lograrlo. El No a un ajuste dacroniano, fue el Sí a la democracia, gritado desde el país que la inventó y le dio vida.

@RaulRodriguezC
raulrodriguezcortes.com.mx
[email protected]
Comentarios