Caminar la ciudad

OPINIÓN 06/06/2014 05:00 Actualizada 05:00

Caminar por la ciudad y escuchar a la gente siempre es una experiencia enriquecedora. Permite saber qué tanto cala en las personas el discurso oficial y conocer lo que la gente en verdad piensa sobre la situación política y social del país. También brinda la oportunidad de conocer mejor a la sociedad, de estrechar lazos y de tener amigos y amigas en todos lados.

Como ustedes saben, en el contexto de la campaña de recolección de firmas a favor de la consulta sobre la contrarreforma energética, me he dado a la tarea de tocar a la puerta de los hogares en las distintas delegaciones del Distrito Federal.

He comprobado que si bien la voz más ampliamente difundida en los medios de comunicación es la de Enrique Peña Nieto y sus aliados, también es la voz menos influyente. La gente está enojada con su gestión. No se traga la mentira de que el paquete de reformas que ha impulsado es para bien del país.

También, hay un amplio sector de personas desencantadas de los políticos tradicionales y sus partidos, los del Pacto por México, porque dicen que son lo mismo, que actúan igual, que sólo se acercan a las colonias cuando buscan el voto y que luego no se vuelven a aparecer.

Los pequeños comerciantes y los locatarios de mercados están francamente angustiados por las nuevas reglas fiscales. Pagarán más que los grandes empresarios y, claro, ganarán menos por culpa de la escalada inflacionaria provocada por las medidas de Peña Nieto y sus legisladores de PRI, PAN y PRD.

Hay casos como el de la profesora Juana de la Cruz, de la colonia Campestre Aragón, quien está al frente de la escuela Jean Piaget y busca mudar sus instalaciones al predio de enfrente para lo que hace falta un cambio de uso de suelo. La maestra requiere esto para brindar mejores condiciones de enseñanza-aprendizaje a sus alumnos.

Esperamos que las autoridades correspondientes delegacionales y centrales atiendan pronto esta solicitud en beneficio de la educación.

Caminar por la ciudad o por el país siempre hace bien. Ayuda a mantener los pies en la tierra y, principalmente, contribuye a que visualicemos al país no como un cúmulo de números y proyecciones sino como un conjunto de personas con sueños y preocupaciones.

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