El mismo PRI abusivo de siempre

OPINIÓN 06/03/2015 05:00 Actualizada 05:00

La reciente gira de Enrique Peña Nieto por Gran Bretaña nos permite observar que el suyo es un gobierno del retroceso. Hoy, como hace más de 30 años, se aprovecha un viaje del Presidente para desde otro país anunciar medidas que impactarán de forma negativa en la economía de las familias.

En medio del oropel de los carruajes y las recepciones de la realeza británica se desliza la noticia de un recorte al gasto público que significará menos dinero para combate a la pobreza y la generación de fuentes de empleo. La Secretaría del Trabajo calcula que se dejarán de crear 250 mil espacios de trabajo.

La gira por Gran Bretaña también ilustra cómo los priístas se aferran al viejo truco de encontrar en el extranjero el visto bueno que no obtienen en casa.

Peña, en Londres, clama el beneplácito del primer ministro inglés, David Cameron, por su política de derechos humanos, mientras en la realidad, en México, el país arde por la crisis de derechos humanos, comprobada por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, así como por la represión desatada en prácticamente todo el territorio nacional.

El regreso del PRI significa también la vuelta de las pretensiones monárquicas de sus presidentes.

Peña Nieto no se asume como primer mandatario, acaso aparece retratado en las páginas de sociales como una especie de “primer junior de la patria”, derrochando en el extranjero el dinero que le hace falta a millones de mexicanos que sufren carencias.

No es necesario que Peña Nieto nos ofenda con este despliegue de ostentación, ni que acuda a una gira oficial por Europa acompañado por toda su familia como si se tratara de un fin de semana en Cuernavaca; México no necesita un Presidente que aparezca más en las revistas del corazón que en las comunidades, atendiendo a la gente que padece de todo.

En el fondo, los hechos demuestran que en el PRI, los neoliberales son iguales a los ‘dinosaurios’.

En los actos de Peña Nieto están reflejados los excesos del viejo PRI ‘cavernícola’ y los abusos del nuevo PRI neoliberal. A sus 86 años, el PRI no cambia.

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