Televisiones de bronce

OPINIÓN 06/01/2015 05:00 Actualizada 05:00

El mensaje de Año Nuevo del presidente Enrique Peña no tuvo ningún impacto positivo. En la Bolsa Mexicana de Valores tuvo más influencia el dilema de la permanencia de Grecia dentro de la Comunidad Europea que tuvo un efecto dominó sobre las principales bolsas del mundo. El mensaje presidencial tampoco pudo con la caída del peso frente al dólar, cuya cotización cerró ayer en $15.24 pesos por cada billete americano. Mucho menos pudieron hacer las palabras del Presidente contra el derrumbe del precio del petróleo, la mezcla mexicana cerró ayer en $45.45 dólares por barril. Situación provocada por desplome de los precios internacionales, lo que significa una caída acumulada del 50% en 2014.

Pareciera que no hubo tiempo de presentar un nuevo decálogo y se anunciaron solamente siete medidas para mejorar la economía familiar. Uno de los puntos más criticables del mensaje de Año Nuevo es la entrega de 10 millones de televisiones digitales a los hogares más pobres del país como parte del apagón analógico. Esta medida puede considerarse como electorera, ya que la televisión ha perdido terreno frente al incremento de usuarios de Internet, donde la información circula de manera más libre, principalemente en las redes sociales. Y la televisión es un terreno que la clase política conoce mejor cuando se trata de propaganda.

No hay que descartar que en las promociones "gancho" del Buen Fin han estado presentes las pantallas planas y otros productos electrónicos. Según datos de la Concanaco-Servytur, este rubro tuvo el 42% de las ventas durante el Buen Fin de 2012. Y en 2014, este rubro ascendió al 63% de las ventas totales. Muy por encima de los electrodomésticos. Con una extraña lógica, los mexicanos definimos nuestras prioridades.

¿Por qué regalar televisiones a los más pobres de este país? Vale la pena rascar un poco en la historia, recordar a Luis Buñuel y su película Los Olvidados (Ultramar Films, México 1950) una cinta donde se muestra con frialdad la pobreza en los cinturones de miseria de la ciudad de México, entonces ubicados en los rumbos de Nonoalco. Con un argumento que imita con genialidad el neorrealismo italiano de la posguerra. En México la película recibió muchas críticas, ya que en la Época de Oro la gente estaba acostumbrada a ver las grandes historias protagonizadas por Pedro Infante, Jorge Negrete, Tin Tan y muchos otros, donde se mostraban personajes más parecidos a héroes y se minimizaba la pobreza como parte de la realidad nacional. Los Olvidados no fue bien recibida en México, a pesar de que ganó muchos Arieles sólo duró cuatro días en cartelera debido al "nacionalismo llevado hasta el extremo que delata un profundo complejo de inferioridad", escribrió Buñuel en sus memorias. La película fue denostada por el entonces embajador de México en Francia, Jaime Torres Bodet, defendida por Octavio Paz y ganó la Palma de Oro en el festival de cine de Cannes.

En Los Olvidados aparecen tres camas de bronce en una barraca de madera donde viven algunos de los personajes. Algún crítico escribió entonces que era inadmisible tal situación. En su autobiografía, Mi último suspiro (Plaza y Janés, editores. España 1982) Buñuel escribe: "Yo había visto esas camas de bronce en una barraca de madera. Algunas parejas se privaban de todo para comprarlas después de casarse".

Hoy en algunas comunidades rurales, incluso en las zonas más pobres de las ciudades, podemos ver que sobre los techos de viviendas muy pobres apuntan al cielo antenas de televisión satelital. Las pantallas planas, los videojuegos de última generación y los teléfonos inteligentes han sustituido en muchos casos a las camas de bronce que se utilizaron a mediados del siglo pasado para darle un poco de confort a la pobreza.

Twitter: @LeoAgusto

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