Paro por Ayotzinapa

OPINIÓN 05/11/2014 05:00 Actualizada 05:00

De ahí, la cadena de participación criminal no para: comienza con el ex alcalde de Iguala y su mujer, continúa con autoridades municipales, estatales, federales.

Estudiantes, universitarios, normalistas, trabajadores, ciudadanos de a pie han organizado un "paro nacional" para exigir a las autoridades que encuentren a los 43 normalistas desaparecidos. Muchas escuelas no tendrán clases el 5, 6 y 7 de noviembre.

El martes, un día antes del paro previsto, fue detenida la llamada "pareja imperial de Iguala". Abarca y su mujer se escondían en una casa de Iztapalapa.

En el café, la calle, muchos aseguran que ya no es necesario el paro nacional de los estudiantes. "Que se pongan a estudiar", agregan.

Aquí van los alegatos que comparto con los estudiantes:

En México hay al menos 22 mil personas desaparecidas. Se suma la enorme cantidad de muertos no identificados.

Hace un par de años se hablaba de unos 20 mil en fosas comunes.

La violencia, los vínculos de autoridades con el crimen organizado, la desaparición de personas, la impunidad son sistemáticos. Ni el Distrito Federal y ni el área metropolitana son la excepción. Basta ver las estadísticas de jovencitas desaparecidas, las personas ejecutadas o los casos de extorsión policial.

Lo más grave de todo es que nos hemos acostumbrado a vivir así. Cuántas veces no escuchamos o decimos frases como: "ya sabes cómo son las cosas", o "se lo buscó por salir de noche", o "por andar de enamorada". Ante tanto horror, nuestro cerebro activa un mecanismo que nos hace creer que la culpa recae en la víctima. "Algo hicieron", pensamos. Pero la verdad es a todos nos pueden matar, desaparecer. Todos podemos tener un error de juicio, y aun estando perpetuamente alertas, podemos ser víctimas.

Pero no tenemos por qué vivir en un país asolado por el crimen organizado y policías corruptos. Las cosas se pueden transformar, pero esto requiere cierta dosis de valor, organización, solidaridad. La capacidad de sentir el dolor de los normalistas. Necesitamos sacudirnos el miedo y la cómoda desesperanza.

Ayotzinapa: Somos todos.

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