Voto nulo ayuda a voto comprado

OPINIÓN 05/06/2015 05:00 Actualizada 05:00

En política, a veces los extremos se juntan y este fenómeno se muestra de forma clara en el presente proceso electoral en el que los operadores políticos de los partidos, encargados de las redes clientelares y la compra del voto, trabajan en sincronía con quienes desde distintos espacios en los medios de comunicación llaman a la gente a anular su voto.

El oscuro dirigente político encargado del reparto de dinero o despensas camina de la mano con un sector de la élite intelectual y trabajan para el mismo objetivo, que es disminuir, minimizar y anular el poder que la gente puede ejercer a través del voto.

Unos comercian con la pobreza y otros con la indignación justificada de la gente. Ambos ofrecen respuestas falsas. Quien compra el voto sacia la necesidad económica por un día, a veces sólo por unas horas, a cambio de años de miseria. Quien promueve el anulismo ofrece una venganza que dura tanto como el tiempo que se tarde una persona en depositar sus votos en blanco a cambio de fortalecer a la élite política que dice querer derrumbar.

Quienes promueven el voto nulo no dicen que, aunque la participación de la gente fuera del 1%, eso no impediría que hubiera diputados locales, federales, presidentes municipales, delegados o gobernadores. Con alta o con baja votación el resultado sería efectivo. La diferencia es que con el voto nulo, quienes terminarían decidiendo son esos oscuros personajes que reparten despensas o monederos electrónicos, que llevarían a las urnas a los votantes.

Una votación con pocos electores es el mejor escenario para los partidos tradicionales, ya que sólo con movilizar a sus clientelas estarían obteniendo el triunfo.

La situación es grave puesto que lo que estarían aprobando los legisladores que resulten triunfantes el domingo serían temas tan importantes como la privatización del agua, un nuevo incremento de impuestos, el IVA a medicinas y alimentos, así como una baja en el gasto social con el pretexto de la baja de los precios del petróleo.

Los anulistas le estarían abriendo el paso a que, de manera cómoda, sin la participación de la gente más informada y más crítica, los partidos y sus clientelas tengan carta abierta para hacer con el país lo que quieran.

Es innegable la insatisfacción y la inconformidad de la gente con la clase política, pero hacerse a un lado no soluciona nada, al contrario. El voto nulo no ha logrado nada. En cambio, con el voto consciente logramos el mejor gobierno que ha tenido la Ciudad de México y el país.

En el fondo, vender o anular el voto es dar impunidad a la clase política y dar ‘luz verde’ a temas tan trascendentes como la privatización del agua. Si no estamos conformes con el país que hoy tenemos, entonces hay que votar.

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