La amenaza mundial de la hepatitis

OPINIÓN 05/06/2013 00:00 Actualizada 00:00

Las personas con hepatitis deben saber qué clase de virus tienen, cómo lo contrajeron, acudir al médico y seguir el tratamiento al pie de la letra

La reutilización de agujas es una de las formas en que la hepatitis expande su peligroso manto por el mundo. Quienes se hacen algún tatuaje o perforación corporal son de la gente más expuesta, así como quienes intercambian jeringas para aplicarse drogas, además del factor transmisión materno-fetal.

El problema es global; José de Jesús Serrano Luna, científico del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), cuenta que hay 300 millones de personas contagiadas con el virus de la hepatitis tipo B y 150 millones con el virus tipo C. Además, se sabe que un millón de los infectados mueren a consecuencia de los padecimientos que genera la enfermedad, entre ellos el cáncer hepatocelular.

Mapa de alto riesgo

La mayoría de los casos de hepatitis B y C se localiza en África, por debajo del desierto del Sahara; Asia, principalmente en China, Rusia, Mongolia y Malasia; Europa y al norte de Canadá, Alaska, Perú y parte de Brasil.

La incidencia mayor, explica, en el África y Asia, se debe a la transmisión materno-fetal; en Europa y Norteamérica a transfusiones por sangre contaminada, tatuajes o piercings hechos con instrumentos no esterilizados, intercambio de jeringas entre drogadictos y el contagio vía sexual, al no usar protección.

Serrano Luna menciona que en México hay un incremento en los casos de hepatitis C, ya que antes de 1990 no se tenían controles de seguridad en las transfusiones de sangre, por lo que a casi tres décadas (tiempo en que se desarrolla la enfermedad), las complicaciones graves como cirrosis o cáncer empiezan a hacerse notar.

Este tipo de hepatitis es grave, pues aunque un paciente puede acceder a retrovirales e inhibidores, no existe una vacuna o tratamiento eficaz para combatirlo, además de que 85% de los enfermos prosigue a la etapa de hepatitis crónica y cirrosis, aunque sólo 5% de estos últimos desarrollan cáncer hepatocelular.

En el caso de la hepatitis B, sucede lo contrario: 85% de los adultos que contraen el virus se curan sin emplear medicamentos, gracias a su sistema inmunológico, mientras que el resto prosigue a la etapa de hepatitis crónica, la cual puede ser controlada con fármacos, por lo que es más riesgoso ser portador del virus C que del B.

Detalles del mal

El experto nos dice que la hepatitis es una inflamación del hígado aguda o crónica, que es provocada por agentes etiológicos, virus (A, B, C, D y otros), alcohol y uso de algunas drogas. La bilis puede obstruir conductos biliares y causar ictericia (color amarillo en la piel).

El especialista del Cinvestav detalla los síntomas de la hepatitis aguda: cansancio, dolor hepático e ictericia se presentan pocos días después de la infección. Los signos de las complicaciones de las hepatitis, como cirrosis hepática y cáncer hepatocelular, aparecen después de dos o tres décadas.

Hay pacientes que cursan la hepatitis asintomática, son los menos, por lo que aconseja practicarse un examen de sangre para detectar el ADN o el ARN viral y diagnosticar el tipo de virus, si es que se tiene.

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