Con las botas puestas

OPINIÓN 05/04/2016 05:00 Actualizada 05:00

La música grupera es de los pocos géneros del país que se puede jactar de atraer a miles, millones de personas y dejar ganancias que ya quisieran destacados intérpretes y grupos de otros géneros. Sin embargo, hasta la fecha, es de lo más criticado, lo mal visto, a pesar de los grandes avances que se han dado desde el siglo pasado. "Música para gente bajada del cerro", "borrachos", "nacos" y ahora, "delincuentes", han sido las transformaciones de los motes que le adjudican a esta vertiente de lo popular. Pocos recuerdan los logros de gente como Rigo Tovar, de los primeros en llevar a miles y miles de personas a bailes en el extranjero (EU), o la metamorfosis que vivieron Los Tigres del Norte, de ser música ‘de cantina' hasta ser reconocidos como críticos a la desigualdad social. O el caso del entonces grupo Bronco, quien rebasó las barreras de los estratos sociales para que su propuesta la escucharan en el barrio o hasta las chicas y chavos ‘fresas'. Es cierto que ahora muchos de los exponentes de lo ‘regional mexicano' ya utilizan ropa de marca, vehículos de muchos dólares, lo más innovador en las técnicas para filmar sus videos y hasta las más exuberantes mujeres que parecen ser de otro ‘planeta', a diferencia de la belleza ‘popular' que se veía en videos de antaño. Mucho dinero invertido, pero con poca credibilidad y respeto. Sin idea de qué ofrecer, sin contenido. Se recordará esta etapa sólo por la polémica que genera 24 millones de visitas al video de Gerardo Ortiz. Pero eso no significa que es lo mejor.

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