Vileza

OPINIÓN 04/12/2013 05:00 Actualizada 05:00

A las dos y media de la mañana de ayer, AMLO fue ingresado a Médica Sur con un síndrome isquémico coronario agudo, es decir, un infarto al miocardio que lo mantiene desde ayer en ese hospital, donde sus médicos lo reportan estable y estiman que permanecerá de tres a cinco días.

Quienes lo consideran un exaltado —sin más argumentos que sus miedos, odios y fanatismo— creen que la actitud contestataria del ex candidato presidencial, a la que confunden con la ira, fue la causa del infarto. Pero quienes se esfuercen en un análisis objetivo (aunque estén en desacuerdo con sus ideas y propósitos políticos), entenderán que las razones se encuentran más bien en el trajinar de años, siempre a contracorriente, y a que no hay condición física que aguante tantas trampas, tanto ocultamiento, tanta traición, tanto golpe bajo, tantas intrigas, tanta maledicencia.

Ésta, en su fase de vileza, llevó ayer a un buen número de miserables a darlo por muerto y celebrarlo en las redes sociales, a recomendar —con ironías sosas que evidencian odio, pero sobre todo estupidez— que lo hospitalizaran en el psiquiátrico; y a criticar, con una simpleza boba (carente de entendimiento y de razón), que fuera atendido en una clínica privada y no en el ISSSTE o en el IMSS (como él exige lo hagan los servidores públicos de primer nivel, a menos que ellos y no el gobierno se paguen un seguro de gastos médicos mayores), sin reparar, siquiera, que no es derechohabiente de esas instituciones de seguridad social pues ni es empleado público ni trabaja para ninguna empresa privada.

No tardarán esos mismos en decir que el infarto fue un montaje o que se lo provocó para hacerse el mártir y recuperar la fuerza política que, sus cortas miras, los llevan a creer que ha perdido.

Lo cierto es que si supera el infarto, como parece ocurrirá según el pronóstico médico, tendrá que disminuir radicalmente su ritmo de trabajo. Y de cara a las protestas contra la reforma energética, pronto veremos si Morena es sólo López Obrador y nada sin su caudillo, o si es ya un movimiento social consolidado, de mandos horizontales y democráticos, verdaderamente opositor (el único del país en estos momentos), con la militancia suficiente para ser un partido determinante en la vida del país, y con la capacidad de hacer valer por sí mismo sus reivindicaciones políticas y sociales, además de conducir su protesta por la vía pacífica, como hasta ahora.

Por lo pronto, su hijo Andrés Manuel López Beltrán aprovechó la conferencia de prensa convocada para informar el estado médico del ex candidato presidencial, para recordar que el cerco del Senado contra la reforma energética previsto por Morena para hoy, no se ha suspendido aunque, por razones obvias, no contará con la presencia de su máximo dirigente.

Y dos cosas en medio de todo esto: que la revisión de las redes sociales a propósito del infarto de AMLO muestran lo dividido que sigue el país (porque también recibió miles y miles de adhesiones), y que en momentos como éste debe deseársele, como a cualquier ser humano, una pronta recuperación de la salud. Esto último, claro está, si es que lo permite la vileza.

Instantáneas

1. CONSULTA. El dictamen de la reforma política no contenía en su versión original aprobada por comisiones ningún cambio al artículo 35 constitucional que implicara “trampa” o “maña” en la realización de una consulta ciudadana revocatoria como pretende la izquierda con la reforma energética. Pero quizás ya exista en la fracción VI del apartado D, hoy vigente, que señala que “en materia electoral la interposición de los medios de impugnación, constitucionales o legales, no producirá efectos suspensivos sobre la resolución o el acto impugnado”.

2. DEL IFE AL INE. La transformación que plantea la reforma política en el instituto electoral presenta retos operativos muy complicados. Tan sólo el cambio de nombre implicará la reexpedición de casi 80 millones de credenciales de elector. ¿Dará tiempo para 2015?

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